
Monos aulladores y Estado
La Veranda de Rafa Rius
Los monos aulladores son una especie de primates que extienden su amplio hábitat desde el Sur de México al Norte de Argentina y que se caracterizan por proferir agudos gritos que pueden escucharse hasta a 5 Km de distancia.
En demasiadas ocasiones, demasiadas personas humanas y hasta inhumanas, tenemos tendencia a comportarnos como monos aulladores y confiar a nuestras cuerdas vocales la propagación de aquello que somos incapaces de convertir en actos o argumentos y que se queda en simples aullidos.
Cuando la impotencia, la ignorancia o la simple estupidez nos impiden salirnos con la nuestra, en lugar de reflexionar sobre lo que ha pasado y practicar el sano deporte de la autocrítica, demasiadas veces nos convertimos en monos aulladores.
Los medios desinformativos y formativos de mentalidades sumisas suelen estar repletos de monos aulladores. Tertulias, debates y hasta programas de supuesto entretenimiento se encuentran repletos de profesionales del bramido, especializados en gritar más que nadie, interrumpir sin venir a cuento y faltar el respeto a cualquiera que ose llevarle la contraria aunque sólo sea para matizar sus palabras: son los dueños de las verdades absolutas y contra eso no hay razones que valgan.
La diferencia con los monos aulladores de las selvas tropicales, reside quizás en que aupados en las modernas tecnologías, su alcance supera con mucho los 5 Km. y nos persigue hasta los más recónditos rincones de nuestra intimidad.
Cuando hablamos sobre el tema, es un tópico entre los más ancianos del lugar, recordar añejos programas televisivos como La Clave; un espacio de debate sobre un determinado asunto, en el que, complementado por una película ad hoc, los invitados hablaban sin ser interrumpidos, respetaban las indicaciones del coordinador del programa y ¡Oh milagro! escuchaban a sus contertulios.
Como en tantas otras cuestiones, vamos para atrás. El respeto y la cordialidad son inconcebibles en un ámbito en el que el factor decisivo es la consecución del máximo beneficio, económico por supuesto, y al parecer, sus especialistas en márketing han conseguido demostrar que, cuanto más grande y más confusa es la algarabía de sus monos aulladores, mejores son sus resultados en términos de audiencia, con la consiguiente repercusión en los precios de su publicidad.
Hablar de medios de comunicación es un eufemismo falaz: no son sino empresas dedicadas a extraer sus dividendos de la manipulación social. Pero, hablar de manipulación social supondría hacer hincapié en que no son unas empresas más, como las que fabrican muebles o yogures, porque su función es muy importante, decisiva, para que Estado mantenga su statu quo y no vea en peligro el control social e individual de sus súbditos, que no ciudadanos, un control vital para su supervivencia.
Así que, contando con la pasividad social casi generalizada y el impagable concurso –para nada inocente- de sus monos aulladores, como no hagamos algo al respecto, tenemos Estado para rato.