La Veranda de Rafa Rius
La palma del martirio es uno más de los símbolos que la Iglesia Católica aprovechó de iconografías y elaboraciones míticas anteriores para adjudicárselo a los que consideraba primeros mártires del cristianismo. Actualmente aún se conserva en las palmas del llamado Domingo de Ramos.
Pues bien, a todos los residentes en ese territorio incierto denominado España, debían premiarnos con la palma del martirio por soportar el bombardeo mediático en prime time y a todas horas de aquellas informaciones volcánicas, porfiadas y omnipresentes, con que nos agobian desde los distintos soportes mediáticos. Si durante año y medio ha sido la exhaustiva y cansina información sobre los aspectos estadísticos de la pandemia (Pablo Simón, se te echa de menos) desde hace un mes nos vienen castigando con una información más que excesiva sobre la erupción del volcán en la isla de La Palma. No sé qué habría ocurrido si se hubieran solapado ambas noticias; probablemente un grave conflicto de distribución de horarios.
RTVE registró unas pérdidas de 31’6 millones y acumula una deuda de 184’1 millones en el primer trimestre de 2021; entre tanto Atresmedia obtuvo unos beneficios de 62’5 millones entre enero y junio, cantidad que triplica lo obtenido en el mismo periodo del año anterior y el resultado neto de Mediaset en el primer semestre del año ha sido de 85’3 millones de beneficios. Así que no, sus decisiones informativas no pueden ser inocentes ni casuales.
La excusa habitual es que ellos ofrecen lo que “la gente” demanda. Pero ese argumento recurrente y agotador no se sostiene porque, más allá de los siempre cuestionables datos de audiencia, no hay ninguna base objetivable que justifique esa supuesta demanda. Con lo cual, contrariamente a su pretendida función de informadores, que se podría sustanciar en mucho menos tiempo de emisión, lo que hacen en realidad es ocultar sus verdaderos intereses.
Ni siquiera –afortunadamente- se han producido víctimas mortales y las pérdidas materiales no son mucho mayores que las de las habituales inundaciones o los no menos habituales incendios en otros puntos de la península. Y lo que es más grave: en otras islas del archipiélago muy cercanas a La Palma, se producen continuas llegadas de migrantes en precarios cayucos procedentes de las costas africanas, entre cuyos integrantes si que se cuentan numerosas víctimas mortales, sin que ello parezca preocupar en demasía a los consejos de administración y redacción de las empresas que controlan los grandes medios y que ningunean o ignoran esas informaciones o, en el mejor de los casos, las relegan a espacios marginales en sus informativos.
Al margen de las espectaculares imágenes de las coladas de lava ofrecidas por los omnipresentes drones, la capacidad epidémica de transmisión de noticias sobre el volcán es tal, que en la televisión ha llegado a desbordar los informativos e infiltrarse hasta en los realities y los programas de basura.
Más allá de la dimensión humana de la noticia y teniendo en cuenta que las decisiones de negocio de los grandes medios nunca son inocentes, cabría preguntarse cuales son las razones últimas de semejante monopolio de lo noticiable.
Como premio para quien las adivine: la participación en un reality –de esos que nada tienen que ver con la realidad- para quien las adivine.
Esta era la revolución cultural de la llegada de las televisiones privadas…