Le cimetière marin

La Veranda de Rafa Rius

No, no es el de Paul Valéry: “qué paz parece concebirse / cuando sobre el abismo el sol reposa…” no, muy lejos de cualquier visión poética, es la tumba anónima de muchos miles de niños, mujeres y hombres desesperados que sólo buscaban sobrevivir con dignidad mientras cabalgaban sobre las olas un sueño triste.

No, no es el de Paul Valéry ni tampoco el de George Brassens cuando lo contemplaba con añoranza desde la playa de Sète en la que quería ser enterrado. Es el Mediterráneo inconsolable de las costas de Turquía, Libia o Marruecos; el Mediterráneo de Lesbos y Kíos, de Sicilia y Lampedusa, de Cádiz, Málaga y Almeria. Pero también el Atlántico, tumba de migrantes tan osados como escépticos, que en frágiles cayucos zarparon de las cosas de Nigeria o Mauritania con la determinación imposible de llegar a las playas de Gran Canaria o Lanzarote…

Y es que lo habitual acaba siendo rutina y percibido como irrelevante, esa otra pandemia callada y ocultada de las migraciones, tal parece que no nos afecte, que la cosa no vaya con nosotros; parecemos ignorar de manera irresponsable que cada muerto era una vida con toda su carga de sueños y realidades, y que por tanto no podemos, no debemos olvidar.

Durante muchos cientos de años el irónica, patéticamente conocido como Mare Nostrum ha sido escenario de cruentas batallas y frecuentes naufragios, por lo que su condición funeraria no le resulta nueva, pero lo ocurrido en los últimos años es inaudito y diferente, no sólo por su intensidad y su número, sino sobre todo por su carácter de evitable, de producto de la confabulación culpable de unos gobiernos y unos países europeos que se creen a salvo y que prefieren cerrar sus fronteras – sin darse cuenta que es inútil e imposible poner puertas al mar – e ignorar el desastre que ellos mismos han creado durante siglos con su rapiña.

Sur la maison des morts mon ombre passe… Sin embargo, una y mil veces no. Nuestra sombra no puede pasar indiferente sobre esa larga, incesante sucesión semanal de víctimas ignoradas, sobre la tumba marina de los muertos sin más culpa que la de haber nacido en una casilla desafortunada de esta maldita partida de ajedrez global en la que los poderosos juegan siempre con ventaja, sobre las víctimas de la estupidez y la crueldad humanas que no entienden que todos viajamos en la misma patera y que sus muertes, más pronto que tarde, serán también las nuestras.

“La mer fidèle y dort sur mes tombeaux … ( )

les morts cachés sont bien dans cette terre ( )

Qui de la mort fais un sein maternel…”

 

Y esta semana van… Suma y sigue.

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