La Veranda de Rafa Rius
Parlamentarios y parlamentarias: Malditos y malditas seáis. Por siempre y en todo lugar hasta el fin de vuestros días. Podríamos aducir múltiples razones para maldeciros pero bastaría para hacerlo con el hecho imperdonable de que hayáis causado innecesariamente el dolor y el sufrimiento de millones de personas con vuestra incompetencia, vuestro solipsismo embelesado, vuestro ensimismamiento egocéntrico narcisista y vuestra estupidez, habiendo tronchado de raíz todas las ingenuas esperanzas que algunos votantes inasequibles al desaliento seguían depositando en vosotros.
Incluso en un contexto de capitalismo ultraliberal, pactar o no pactar, formar gobierno o no hacerlo, no debería estar en función de los intereses personales o partidistas de los políticos implicados, como suele venir ocurriendo, sino de las necesidades reales y cotidianas de vuestros sufridos votantes, siempre presentes en vuestra retórica huera pero permanentemente ignorados en vuestros trapicheos y componendas electoralistas.
Como lo de tener en cuenta las necesidades y aspiraciones de vuestros conciudadanos habéis demostrado sobradamente que no es así, seguiremos abocados indefinidamente a un bucle electoral sin un final previsible. Y entretanto, ese Estado al que consideráis sagrado e insustituible, continúa paralizado y las personas cuyas vidas dependen del correcto funcionamiento de sus instituciones, sumidas en la incertidumbre, cuando no en la miseria y la precariedad más absolutas.
Como nuestras opciones de influir en el desarrollo de los acontecimientos, al parecer tan sólo pasan por acudir sumisos a las urnas cuantas veces seamos llamadas a ellas, lo cual ya hemos visto en incontables ocasiones para lo que nos sirve, y una vez comprobado hasta la saciedad que las palancas que permitirían mover de manera efectiva la situación, se encuentran muy lejos de nuestras posibilidades de actuación, no nos queda sino aceptar resignadamente el actual estado de cosas y delegar nuestra libertad de acción en quien nos chulea o plantearnos de una vez por todas que el sistema parlamentario vigente es totalmente inoperante y otras formas de organización social, no sólo son posibles sino razonables y necesarias.
La mayor parte de analistas y “politólogos” de toda ralea coinciden en calificar el espectáculo que están dando PSOE y Unidas Podemos de vergonzoso. Yo más bien lo tildaría de tragicómico: por un lado produce hilaridad en su burdo patetismo de opereta bufa pero por otro lado, el panorama desolador que han orquestado entre ambos grupos – con la colaboración entusiasta de sus comparsas más a la derecha – y sus – pretendidamente carismáticos – líderes, resulta demasiado trágico para demasiadas personas como para frivolizar o tomárselo a risa.
Razones para defender vuestras respectivas posiciones siempre tendréis de sobra, es bien sabido que cada cual cree aquello que quiere creer, pero ante la inanidad recurrente de vuestros mal llamados argumentos, presos en el bucle infernal de vuestra insobornable estupidez y conscientes de que prever el futuro sirve de bien poco si no estamos convencidos de tener el poder de cambiarlo, solo nos resta repetir con desolación:
¡Malditos seáis!
Un ácrata en camiseta
¡Claro! ahí radica toda la cuestión; tener la voluntad de poder cambiar no sólo el futuro, el presente es el que apremia. El futuro se dará en positivo o negativamente, todo depende de como se opera el presente y este no es muy halagüeño que digamos. Con todas sus torpezas, decisiones aberrantes, en cuanto al modelo de suciedad que nos diseña los profesionales de la cosa esa de apacentar «el rebaño humano», sea desde el parlamentarismo, la Universidad o la escuela Pública, sólo nos queda la impotencia castrante de una sociedad sumisa e inoperante, además de padecer una indolencia patológica y enfermiza, la que hace posible toda una pléyade de predicadores de infusas retóricas, las cuales si calan en la mollera de las gentes del común.
El futuro inmediato que se avecina es tormentoso y negro como un pájaro de mal agujero. Tomen nota: como la gente no va ser capaz de dirigir sus vidas, los dueños y dueñas del cotarro para justificar y demostrar su «magnanimidad» y largueza, no se harán mucho de rogar en aprobar leyes que garanticen una renta básica, no de mil doscientos euros, todo lo contrario. Si aflojan quinientos o seiscientos ya será una concesión a tener en cuenta. Se despenalizará el consumo de las mal llamadas «drogas blandas» tan necesarias ellas para tener la mente embotada y en un estado artificial de felicidad perpetua y como nos cuenta Cervantes de su Quixote «andaba las noches leyendo de claro en claro y los días de turbio en turbio», sentados en el sofá consumiendo televisión y entre jornada y jornada de anodina existencia no faltará un trabajito marginal de algunas horitas a disposición de lo que nos quieran mandar. La esperanza de vida se verá reducida más o menos a la mitad. La Sanidad pública se sustituirá por la beneficencia y la brecha social entre los que dirigen y los que son dirigidos será más o menos una vuelta al siglo diecinueve o principio del veinte. Todo eso con permiso de los Sindicatos, partidos Obreros y de «izquierda», Feminismos varios y de la Virgen del Rocío.
Emili Justicia