La Veranda de Rafa Rius
Media Catalunya deambula atónita y perdida en el gran bulevar de los sueños rotos. Importan tres pitos los jordis y los puchis, Rajoy y sus mariachis, y en general todos aquellos que salen constantemente en los medios hablando del tema monográfico del momento. Importan bastante más los cientos de miles de personas a las que, Maiakovski dixit, se les ha estrellado la barca del amor contra la vida cotidiana. Creyeron ingenuos y de buena fe en el relato mítico de una patria republicana soñada y se han dado de bruces con la realidad de un Estado y un Capital que no saben de romanticismos ni de más patria que maximizar beneficios. Por mucha Declaración Unilateral de Independencia que hagan desde el Parlament con su exigua y extraña mayoría -las CUP anticapitalistas de la mano de la ex-Convergència capitalista y corrupta- Catalunya de momento no será independiente, fundamentalmente por tres razones:
a) No tiene ejército propio que la sostenga,
b) No tiene aliados en el exterior que la apoyen, entre otras cosas porque temen abrir la Caja de Pandora en sus propios territorios, y
c) Vivimos para nuestra desgracia en un contexto de mercado ultraliberal y los poderes empresariales y financieros, han sacado cuentas y no les interesa.
Entretanto, los sayones del capital dictan sus leyes desde el Gobierno español y aplican, implacables y persuadidos del legítimo derecho que les asiste, los artículos de su Constitución. La realpolitik se impone, al tiempo que los convencidos de su fe republicana y catalana, siguen llenando calles y plazas -cada vez menos- y planificando un futuro de fantasía en su Arcadia feliz y republicana.
Los que amamos la anarquía solemos descreer de los Estados. Tanto da que sea un Estado catalán, como un Estado español, o cualquier otro Estado, pero eso no es óbice para condolerse por tantas esperanzas frustradas, tanta energía social desperdiciada en un proyecto suicida.
Desde otro punto de vista, a ver si ahora, por fin, podemos dedicar nuestros esfuerzos a luchar para intentar solucionar otros artículos fuleros de la sagrada Constitución que afectan a la vida cotidiana de las personas, como los que hablan del derecho al trabajo, a la sanidad universal, a una vivienda digna… Por no hablar de atender debidamente a la acogida de refugiados, que son personas apátridas y tienen problemas mucho más urgentes que los metafísicos derivados de quienes somos y que Estado preferimos que nos oprima; o, sin ir más lejos, de las personas que están en la cárcel por haber ejercido su derecho a la libertad de expresión. Porque esos otros temas, lamentablemente, suscitan mucho menos espíritu de lucha y parece que invitan menos a salir a la calle que los patrióticos.
Ahora, Rajoy ha convocado en Catalunya elecciones autonómicas para diciembre, apoyado por todo el aparato del Estado, sus colegas europeos y los poderes del dinero, y así, el anhelo de una Catalunya independiente, como tantos y tantos otros, acabará en el bulevar de los sueños rotos.