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Opinió

El corasón partío de las CUP

La Veranda de Rafa Rius

imgres (1)Las contradicciones son algo consustancial al ser humano y quien sostenga que no las tiene, miente como un político en campaña. Las contradicciones forman parte como compañeras de viaje del correlato necesario de nuestro incierto deambular a través de los diversos sinsentidos de la vida. Por lo general suelen ser dinámicas y dialécticas: se resuelven algunas y surgen otras en su lugar. El problema aparece cuando algunas de esas contradicciones, en lugar de avanzar hacia otras nuevas, se estancan y nos obligan a tomar una decisión ineludible.

En Catalunya, las Candidaturas de Unidad Popular (no confundir con las candidaturas del Partido Popular) se hallan en una de esas encrucijadas disyuntivas en las que optar por un camino implica necesariamente abandonar otro. Sus dos ejes de actuación siempre han sido de un lado, el independentismo (primero con una mayoría significativa y ahora -donde dije digo digo Diego- parece que se conforman con un 50% escaso) y de otro, la cuestión social desde una perspectiva anticapitalista. Hasta ahora, mal que bien, han podido compatibilizar ambas perspectivas, pero han llegado a un punto de no retorno en el que de manera insoslayable van a tener que elegir cual de sus dos líneas de acción priorizar.

Del mismo modo que cuando a un niño se le hace la consabida y estúpida pregunta-trampa: “ -¿A quien quieres más a papá o a mamá?” se le introduce al mismo tiempo en un callejón sin salida que sólo conduce a la esperada mentira: “ -¡A los dos igual!”, en el caso de las CUP, puestas a elegir, cualquiera de las dos opciones de trabajo -República Catalana o cuestión social- es en gran medida excluyente de la otra. Si escogen poner en primer lugar la lucha por la república y la independencia, es de temer que comprueben lo que sus colegas de aventura -Convergència y Esquerra Republicana fundamentalmente- han demostrado hasta la saciedad en sus diferentes actuaciones, a saber: que su monotema es la independencia y las múltiples y graves precariedades de la sociedad catalana les traen sin cuidado. Por otra parte, si deciden en las negociaciones para formar gobierno, poner encima de la mesa como elementos innegociables una serie de prioridades básicas de acción social, pueden pasar dos cosas: que sus pretendientes se nieguen en redondo y se rompa de momento cualquier posibilidad de avance hacia la independencia o bien -lo más probable- que las acepten sin problemas para luego dejarlas en agua de borrajas en cuanto hayan conseguido lo que querían que, como es obvio, no va más allá de su voto para la investidura.

Es de suponer que las CUP no ignoren que esos saludos efusivos, esas palmaditas en la espalda, ese amor tan inquebrantable como coyuntural del compañero Artur Mas, se disolverá cual azucarillo en café en cuanto dejen de necesitarlos. Parece evidente que los intereses objetivos de amplios sectores de la pequeña y mediana burguesía catalana representados por Convergencia y Esquerra, tienen poco o nada que ver con los que sustentan la acción política de las CUP, cuyos miembros no dejan de ser vistos como piojosos desarrapados que se atreven a entrar en el Parlament con sus ropas de mercadillo y alzar la voz para discutirles lo que siempre fue suyo.
Si entramos en el laberinto de las CUP y adoptamos por un momento (sólo por un momento) el método de análisis marxista, veremos que la superestructura social, en este caso el Estado y sus instituciones, siempre debería estar subordinada a la infraestructura, en este caso los medios de producción y las condiciones de vida que de ellos se derivan. Dicho de otra manera, la creación superestructural de un Estado Catalán siempre debería estar subordinada a la solución de los muchos y graves problemas que aquejan a la infraestructura social catalana. Y todo ello, en el caso de considerar necesaria la creación de otro Estado, ¡Que ya son ganas!, en lugar de considerar la posibilidad de explorar otras formas de organización social menos depredadoras, más justas y solidarias.

Ya digo, en este momento, tal parece que las CUP tienen el corasón partío. Esperemos que encuentren un buen cirujano cardiovascular que se lo remiende.

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