La Veranda de Rafa Rius
Si George Orwell levantara la cabeza, la volvería a esconder aterrado. Su visión distópica y naïf del control social en “1984”, a pesar de su genial carácter anticipatorio, no podía tener en cuenta que en la actualidad, su Gran Hermano no sólo sería capaz de verlo todo sino que además lo guardaría todo y para siempre en su prodigiosa memoria, para sacarlo a relucir cuando sus intereses bastardos así se lo aconsejaran.
Todo esto viene a cuento de los recientes casos de Guillermo Zapata y Rita Maestre que, aunque radicalmente diferentes, tienen en común no sólo su relación con el nuevo Ayuntamiento de Madrid, sino su implicación en las llamadas “redes sociales”. Decía Albert Einstein que el conocimiento tiene sus límites pero la estupidez, no. Pues bien, si existe hoy un ámbito donde la estupidez campa a sus anchas es sin duda Internet.
En el caso de Guillermo Zapata habría que tomar en consideración algo tan obvio como que no todo lo que puede ser dicho tiene por qué ser dicho, siguiendo el viejo aforismo de que uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Pero como la banalidad y la aparente frivolidad que aparentan permitir plataformas como twitter, parecen provocar el que dimitamos del más elemental sentido común y nos dediquemos a inyectar en la red las más abominables chorradas, podemos llegar a suponer que la cosa no tendrá mayores consecuencias. Craso error, desde el mismo instante en que colgamos en alguna de estas plataformas cualquier tipo de información personal, nos convertimos en los Grandes “Primos”, reos perpetuos de nuestra propia estulticia. Obviando el hecho de que la palabra nunca debería constituir delito y que el colgar deleznables chistes de judíos o de negros, solo debería sufrir la condena del ostracismo más absoluto, una persona supuestamente inteligente no debería desconocer las posibles consecuencias de sus actos y más en un contexto político tan volátil y caníbal como el actual.
El tema de Rita Maestre es bien distinto y afecta a otras esferas que distan de ser banales. Que su forma de luchar contra la falta de respeto a la laicidad de una institución pública como la Universidad pueda parecer a algunos inadecuada, no debería de ser óbice para reconocer su derecho a ejercer su protesta pacífica como crea conveniente. La Iglesia Católica sólo se siente insultada cuando considera que alguien atenta contra sus privilegios ancestrales, pero utiliza otra vara de medir cuando es ella la que se inmiscuye en ámbitos terrenales que deberían ser ajenos a sus afanes. La actuación de la justicia pone la guinda al despropósito. El fiscal pide un año de cárcel para Rita por profanar un lugar de culto, cuando en realidad, la única profanadora sería la propia Iglesia por establecer sus rituales en un espacio público que según la propia Constitución debería ser aconfesional.
En cualquier caso, podemos tener la muy fundada sospecha de que en estos momentos, legiones de acólitos -¿becarios?- al servicio de los principales medios, así como de fuerzas políticas institucionales y policiales, andan rastreando las huellas que los osados internautas de los grupos emergentes hayan podido dejar en la red, desde que nació el invento hasta ahora mismo. Ya pueden afanarse en borrarlo que, si hackers con equipos informáticos limitados, han sido capaces de entrar en la NASA, el Pentágono, el Vaticano o el mismísimo ordenador central de Microsoft, cualquiera de nosotros tiene harto complicado hacer desaparecer su rastro en la red.
Así las cosas, quizás no estaría de más dar un vistazo al diccionario, en concreto al término “red”. En él, junto a la acepción: “conjunto de puntos interconectados”, aparece otra mucho más antigua: “Aparejo hecho con hilos, cuerdas o alambres trabados en forma de mallas, y convenientemente dispuesto para pescar, cazar, cercar, sujetar, etc.”
Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro.
Albert Einstein
La diferencia entre la estupidez y el genio es que el genio tiene sus límites.
Albert Einstein
La imagen es la de cualquier película basada en hechos reales de cualquier dictadura-terrorismo de estado, en la que se ve a «subversivos» tirando papeles por la taza del váter, quemándolos, etc.; ¡¡¡quién lo iba a decir!!!, ¡¡¡cómo puede pasar esto en CORTIJO-BANAÑA y su gran «democracia»!!!
Mucho me temo que el libro de GEORGE ORWELL titulado 1984 no es naíf ni simple. Los vigentes «demócratas», la mayoría de ellos herederos del franquismo-totalitarismo, LO QUE TRATAN ES DE CONTROLAR Y ANULAR LAS MENTES DE NOSOTROS, QUE SENCILLAMENTE SOMOS SUS VÍCTIMAS; TRATAN DE CONTROLAR Y ANULAR CUALQUIER ATISBO DE HUMANISMO, INTELIGENCIA, LIBERTAD POLÍTICA, ETC.: ¡¡¡ESTO ES JUSTAMENTE LO QUE GEORGE ORWELL EXPLICA, DENUNCIA, EXPONE EN SU LIBRO TITULADO 1984!!!; ¡¡¡DE NAÍF NADA DE NADA!!!
Es más, George Orwell (pseudónimo) fue militar o policía del colonialismo inglés, por tanto de primera mano conoció toda clase de técnicas totalitarias, etc.
La putrefacción, la corrupción, las plagas de impunes mafiosos-corruptores, la criminalidad y genocidio contra los débiles, etc., etc., etc. están aquí. ¿Cómo se podría ser tan imbécil de creer que esto es «democracia»?: NADIE SE LO CREE y por tanto los que manejan esta «democracia» se dedican a aplicar lo que dice 1984. De naíf nada.
Per a Antoni Puchalt de Rafa Rius:
Citava de memòria a Einstein. Afortunadament, el sentit de la frase literal no se’n va massa del que la meua infidel memòria guardava. En qualsevol cas, Gràcies per l’aclariment.