La Veranda de Rafa Rius
“El ciudadanismo es el paradigma dominante y definitorio de la política posmoderna, pero lejos de representar una mera forma de gestión o reforma del capitalismo hay que entenderlo, sobre todo, como una filosofía interclasista”. (Milos G. – Kaos en la red)
“Si crees que el capitalismo es el menos malo de los sistemas posibles que va de la mano con otro inevitable sistema llamado democracia, eres un buen ciudadano. Si te niegas a reconocer que democracia y fascismo son dos caras de una misma moneda, que necesariamente sustentan al capitalismo, y por lo tanto a la desigualdad, eres un buen ciudadano.
Si a los cuerpos represivos les denominas trabajadores, si crees que la policía, el ejército y las cárceles son instituciones necesarias y mejorables, eres un buen ciudadano.” (Crespo. – arrezafe.blogspot.com)
¡A las armas (“democráticas”, faltaría más) ciudadanas! Ha llegado el ciudadanismo y ha llegado para quedarse. Es algo tan simple como un giro de 90º. Lo que venía siendo el discurso político convencional en un eje horizontal de abscisas (izquierda – derecha) se ha convertido en un eje vertical de ordenadas (una novedad tan vieja como “los de arriba y los de abajo”) Y por supuesto, el que predica, siempre está con los de abajo.
¿PODEMOS, CIUDADANOS?, claro que podemos, ciudadanas ¿Qué no os fijáis en las encuestas? En los “nuevos” partidos los referentes son la movilidad y el buen apetito: Se desplazan con descaro y rapidez, tanto en el eje de abscisas como en el de ordenadas y devoran insaciables cuanto encuentran a su paso. Libres de pesadas ataduras ideológicas que las liguen al pasado, viven instaladas en el carpe diem y son unos genios de la improvisación con la mirada puesta en las próximas elecciones. Con fino olfato predador, ventean la actualidad y van modificando su discurso para mejor acoplarse a las circunstancias de cada situación. Se reclaman de la “centralidad del tablero” y a partir de ahí se mueven en todas direcciones en busca de nuevos caladeros en los que echar sus redes. No desprecian ningún territorio excepto los extremos más extremados de uno y otro lado, porque podrían resultar contraproducentes para sus intereses electorales. Como han nacido para ganar, no le hacen ascos a nada: empresarias y paradas de larga duración, monjitas y ateas irredentas, votantes primerizas y pensionistas, indignadas y acomodadas, cualquier votante potencial es objeto de su deseo y su atención preferente.
A pesar de abjurar del eje de abscisas, de abominar de izquierdas y derechas, creen tener su propio territorio de caza en él -PODEMOS más escorado a la izquierda y CIUDADANOS más hacia la derecha- pero, como no renuncian a desplazarse a lo largo de toda la longitud del eje, no ignoran que se encontrarán con territorios en disputa en los que la lucha a dentelladas (de momento, democráticas) será inevitable.
Correrá la sangre, pero no llegará al río.
Y cuando al final de la sobreabundancia electoral de 2015 nos encontremos como en todas las ocasiones anteriores, con que estamos donde siempre, observa remos los restos de los juguetes rotos, de las ilusiones una vez más pisoteadas y seguiremos trabajando en los pequeños-grandes proyectos que van transformando poco a poco, día a día, nuestra realidad para mejorarla. Iremos olvidando las elecciones y su recuerdo se irá perdiendo en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Y nosotras seguiremos en lo nuestro.