La Veranda de Rafa Rius

“El peso de los difuntos es tal, la cansada memoria del mundo pesa tanto que ya no es posible decir algo que no se haya dicho antes alguna vez.”

Aunque se quedó anclada en el recuerdo, no acierto a evocar de quién es o dónde leí esta cita, pero de ser cierta y teniendo en cuenta la intertextualidad galopante, oseasé, la interconexión y mutua dependencia de todos los textos que en el mundo han sido, muy probablemente lo mejor sería ser consecuente y callarse. Me imagino una densa niebla de silencio descendiendo sobre todo y sobre todos. Una semioscuridad brumosa, húmeda y cálida, como una evocación del seno materno. Una premonición del gran silencio de antes y después, en medio del leve y breve paréntesis de eso que llamamos vida.

Sin embargo, contradictorios como somos, abrimos una estrecha fisura en la puerta que nos comunica con el afuera y nos entra a borbotones el torrente de verborrea banal que nos ahoga: “El nuevo rey ha declarado… la corrupción continúa imparable… Sienta el placer de conducir… Europa recomienda nuevos ajustes… Nuestras posibilidades en el mundial de fúrbol… Bla, bla,bla… Bla, bla, bla… Bla, bla, bla…

Aluviones torrenciales de palabras aparentemente vacías inundan nuestra cotidianeidad haciendo difícil discernir entre todas ellas cuales tienen algún sentido en nuestras vidas y cuales podemos desterrar de nuestra memoria. Sin embargo, haríamos bien en no olvidar que su banalidad suele ser cualquier cosa menos inocente. En nuestro mundo-mercado la comunicación está tan firmemente anclada en la economía que es pecado tomar la palabra en vano, sin un objetivo de negocio previamente diseñado.

Hasta tal punto llega la cosa que hay quien se pregunta si toda la heterogeneidad indignada de los últimos años, desde el 15M a las distintas mareas, desde occupy wall street a las primaveras árabes, incluyendo la aparición de nuevos partidos supuestamente alternativos, no serán sino globos sonda del capitalismo para ensayar distintas fórmulas de huir hacia delante; diferentes ensayos lampedusianos de globos sonda para ver que pasaría en el caso de cambiar algo para que todo siga igual. Detrás estaría, por supuesto, el sancta santorum del poder financiero, la trilateral, la troika, el G8… y todos aquellos que son alguien en el mundo del gran capital.

Aunque en el ámbito de la política y la economía casi nunca se puede descartar casi nada de modo concluyente, la teoría parece a primera vista notablemente paranoica y obviamente desprovista de pruebas concluyentes, pero muy imaginativa y desazonadora. Quizás como ficción de partida para elaborar una hipótesis de trabajo nos podría servir. A veces, para alcanzar una situación mejor, hay que ponerse en lo peor.

Lo que Orwell en su 1984 imaginó como una terrible distopía social, con su Gran Hermano omnipresente, ahora mismo se nos ha quedado francamente naïf, así que no estaría de más recordar en este punto algunas frases de uno de los grandes escépticos contradictorios que en el siglo XX han sido: Samuel Beckett (de éste sí me acuerdo)
– Cada palabra es como una innecesaria mancha en el silencio y en la nada.

– Las palabras es todo lo que tenemos.
– ¿Qué es lo que sé sobre el destino del hombre? Podría decirte más cosas sobre rábanos.
– Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor.