La Veranda de Rafa Rius
El solipsismo, ese ensimismamiento patológico provocado por una absorta y continuada observación del propio ombligo, supone en casos extremos, considerar cualquier elemento de juicio procedente de la realidad exterior como totalmente ajeno y en cualquier caso, analizarlo a través del único prisma de nuestra subjetividad exacerbada.
Si bien es cierto que esa subjetividad es inevitable y en gran medida útil por cuanto nos aleja de convertirnos en meros altavoces de opiniones ajenas, un cierto grado de empatía y por consiguiente de distanciamiento de un ego demasiadas veces proclive a la autoreferencialidad y el narcisismo, se hacen necesarios para no caer en una visión unívoca y deformante de la realidad.
Ya digo, un mínimo de empatía, de ponerse en el lugar del otro aunque sólo sea para adquirir otra perspectiva, deviene imprescindible para entender algo de lo que está pasando. El mundo, observado desde nuestro propio ombligo puede parecer engañosamente coherente. En demasiadas ocasiones, visto desde nuestra única perspectiva todo nos cuadra, pero en cuanto nos alejamos un poco de la sombra de nuestro ego, empiezan a aparecer las dudas y contradicciones propias de una realidad tan compleja, tan repleta de matices y sutilezas, como la que nos ha tocado vivir.
Si consideramos con Aristóteles que las personas somos animales políticos, que salvo casos de extrema misantropía preferimos vivir rodeados de nuestros semejantes, es inevitable suponer que necesitemos situarnos en el lugar del otro para intentar dilucidar algunos de los muchos absurdos con que nos obsequia la vida.
A pesar de todo ello, en excesivas ocasiones, aquellos que decimos estimar la anarquía como la forma más ética y razonable de vivir en sociedad, caemos en la lamentable práctica del solipsismo ideológico.
Imbuidos y convencidos de la superioridad moral de nuestro pensamiento, a veces olvidamos que la convicción y la firmeza no están reñidas con el hecho de abrir nuestra mente al análisis de otras formas de concebir lo social.
En ese sentido, deberíamos hacérnoslo mirar para no caer en la tan extendida práctica de creer que estamos haciendo uso de nuestro libre albedrío cuando en realidad estamos siguiendo fielmente las directrices que nos imponen más o menos sutilmente desde las diversas instancias de poder.
Si este peligro es real, la mejor forma de conjurarlo sería asumir la necesidad de un diálogo dialéctico con el contexto social para avanzar algo en la comprensión del mundo que nos rodea y de sus gentes, avanzar para transformar y mejorar la realidad, avanzar en la explicación de algunos interrogantes cuya respuesta nos planteará sin duda nuevas y más inextricables preguntas en un proceso de búsqueda que sólo acabará con nuestra muerte que se producirá a buen seguro, en medio de la perplejidad y de la frustrante sensación de no haber entendido nada.
Y, paradójicamente, a pesar de todo ello, resistir, perseverar en la búsqueda de la lucidez. Esa lucidez que nos conducirá inexorablemente a nuevas y más densas oscuridades.
En cualquier caso, como nos dijo Camus, “De los resistentes es la última palabra”.
“De los resistentes es la última palabra”.
Buen artículo.
Toca múltiples aspecto a pesar de su agradable brevedad. Algunos aspectos están es muy distintos planos y esto se debe observar para no mezclar y hacer un churro.
Transformar para mejorarla (poco a poco) la realidad, ver los matices, dialogar con el contexto social, empatía, ética o ponerse en el lugar de los demás, etc., etc., etc.
Creo que la carencia más bestial, más antisocial, más antilibertaria, más antihumana, etc., es LA CARENCIA DE ÉTICA. Por supuesto que es ABSOLUTAMENTE NECESARIO todo lo demás que dice el artículo: EMPATÍA (parte de la ética), observar los matices-contexto social, observarnos a nosotros mismos para no ser manipulados y por supuesto RESISTIR CON EL OBJETIVO DE SER ÉTICOS, HUMANOS, COMUNITARIOS, SOCIALES, ETC., COMO DICE ALBERT CAMUS.
YA «sólo» FALTA PONER EN PRÁCTICA TODO O PARTE DE ESTO. Recordemos una frasecita que viene de los que practican el yoga: UNA ONZA DE PRÁCTICA VALE MÁS QUE TONELADAS DE TEORÍA.
SALUD.
Hola, el articulo tiene contenido para sacar mucha punta. Personalmente no he leído mucho de anarquismo ni de nada que termine por «ismo», aunque sí aprecio, sin conocerlas personalmente, a muchas personas relacionadas con Radio KLARA.
Un libro que me ha venido muy bien para intentar entender muchos conceptos como el ego, ética, empatía, utopía, etc..se llama «23 maestros de corazón» de Carlos Gonzalez, gratuito desde su blog: ladanzadelavida. También está editado en papel.
Un saludo
j.c.