La Veranda de Rafa Rius
Y ahora sin eufemismos: Me cago en Dios. Y no es ningún exabrupto blasfemo en contra de nadie, porque Dios, esa falacia infinita y eterna, no existe. La idea de Dios no es sino la peor de las conceptualizaciones que el miedo ha podido formar en la mente de las personas. En cualquier caso – reo de mis contradicciones- maldigo y me cago en aquello que pese a no existir, ha llenado la historia de la raza humana de océanos de sangre, miseria y desesperación.
Por otra parte, procuro no ser sectario: Me cago en el dios del Antiguo y del Nuevo Testamento, en Yaveh, en Cristo y en la Santa Paloma. También en sus reinterpretaciones posteriores: en Alá, en su siervo Mahoma y su yerno Alí.
Tampoco caigo en la tentación de la supuesta espiritualidad pura de la llamada religión sin Dios: me cago en Buda y en sus piaras descerebradas de acólitos de azafrán. Procuro no hacer espúreas distinciones entre individuos más o menos históricos y delirios de la mitología: excreto mis heces sobre Confucio y Lao-Tse con la misma fruición que sobre Brahma o Vishnú.
En ningún caso hago distinciones entre sectas por cuestiones cuantitativas: tanto se me da la que congrega a cientos de millones de esclavos de sus necedades como a la que apenas logra convocar dos docenas de cerebros lavados y almidonados.
Por lo que respecta a mi biografía, maldigo al Dios que indujo a mis padres a bautizarme, introduciéndome sin mi permiso en una fe de la que ahora no me permiten apostatar. Me cago en el Dios que en lo mejor de mi infancia me inició en el rito caníbal de comer su carne y beber su sangre, metiéndome de lleno en la mierda de la idea del pecado y el sentido de culpa. Me cago en el Dios que a través de sus crueles y pederastas esbirros condenó mi sexualidad naciente e intentó arruinar mis mejores momentos de placer. Me cago en el Dios que estigmatiza a la mujer como depositaria de la culpa del pecado original y recipiente contenedor de todos los vicios e impurezas. Me cago en el Dios que convoca a la muerte en lugar de celebrar la vida.
En aras de la ecuanimidad, me cago en el Dios que envió a Santiago Matamoros y en el que estaba y está detrás de la Yihad. Me cago en el Dios verdugo y torturador de moros y judíos en el Santo Oficio y en el Dios sionista que mata palestinos a mayor honra y gloria de su pueblo elegido. Me cago en el Dios de los papistas, en el de los luteranos, en el de los ortodoxos y en el del tea party; en el de los chiitas y en el de los sunitas con la misma equidad que en el de los judíos.
Lo dicho, aún a riesgo de resultar reiterativo: me cago en Dios.
Y sobre todo, me cago en aquellas personas que han utilizado la aciaga y despreciable idea de dios como coartada para sus crímenes.
Y como el tema quizás lo requiera, acabemos con una breve oración:
Padre de nadie que no estás en ninguna parte. Maldito sea tu nombre. Métete tu Reino por tu divino culo y haz que el personal se olvide de ti, así como tu siempre te has olvidado de nosotros.
Amén.
No crees quizas que tanto odio hacia algo en lo que no crees no tiene sentido, no sera que odias al hombre que es capaz de hacer todas las barbaridades que odias utilizando la palabra Dios, la fe en Dios individual y sincera no mata, el hombre si. Mi critica no es por blasfemia, yo soy creyente y odio, estoy segura lo mismo que tu, y es algo que se llama injusticia social, Dios nada tiene que ver con esto, es el hombre el que ejecuta en nombre de Dios, por favor no utilicemos mal los terminos, mas que nada porque es doliente, para muchos millones de personas creyentes y con buena voluntad y por supuesto por respetoa los que no piensan como tu, si no respetamos la diferencia, entonces empieza la violencia, esa que tu tanto rechazas. Salut
Comparto las observaciones de Mónica. Añado que la crítica basada en absolutas descalificaciones no es positiva y se parece demasiado a lo que tú estás criticando.
Para Mónica y Félix:
a) Esto, como cualquiera que lo lea puede ver, es un panfleto. El panfleto, denuncia, no analiza; para eso hay otros formatos (Véanse otros artículos del que suscribe)
b) Para Mónica: Mi crítica no va hacia las personas creyentes, a las que respeto y compadezco, sino a las instituciones religiosas de todo tipo de las que sigo pensando que instrumentalizando el miedo a la muerte, a lo incomprensible desde nuestra limitada inteligencia, constituyen una de las lacras de la humanidad que dificultan cualquier evolución positiva.Al menos así lo veo yo.
Para Felix: Hay actuaciones hacia las que tan solo cabe, desde un punto de vista ético, la descalificación más absoluta. Una de ellas ha sido la función social de las instituciones religiosas, otra, los genocidios, por ejemplo; más allá del hecho de que decir que «la crítica basada en absolutas descalificaciones no es positiva» se parece sospechosamente a una absoluta descalificación de este tipo de críticas.
Salud y libertad de opinión, compañeras.
Rafa Rius
Por favor no me compadezcas, ni a mi ni a nadie, es un sentimiento equivocado de educacion catolica, de superioridad hacia el otro, que nada tiene que ver con la igualdad y la libertad con la que hablo.
Por cierto, si tu panfleto va dirigido a las instituciones religiosas, no defeques en Dios sino en la utilizacion humana que se hace y se ha hecho del mismo a lo largo de los siglos.
Comparto el contenido y la forma del escrito. Hay cosas con las que se debe romper de forma radical: la esclavitud, la tortura, las religiones… Que sean productos de la humanidad sólo demuestra la ambivalencia de nuestra especie: somos capaces de lo más sublime y de lo más abyecto. Ya es hora de que empecemos a romper con lo que nos oprime y esclaviza, aunque sólo sea, por ahora, en la idea y la emoción.