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Coincidiendo con el treinta y dos aniversario del golpe de Estado de 1981, el senador del PNV por Vizcaya, Iñaki Anasagasti, acaba de publicar en su blog un relato autorizado de aquel 23-F que de confirmarse en cualquiera de sus extremos supondría que lejos de salvar la democracia, como proclama la versión oficial, el Rey Juan Carlos estuvo implicado en el “tejerazo” y podría ser reo de un delito de Alta Traición a la Nación. Se trata de la transcripción de las confesiones que, según el político vasco, le hizo el secretario de la Casa Real, el general Sabino Fernández Campos, sobre aquellas dramáticas horas en que un grupo de guardias civiles al mando del teniente coronel Antonio Tejero Molina tomó al asalto el Congreso de los Diputados, con el apoyo de mandos del CESID (el antiguo CNI) y de varios destacados generales monárquicos.

Que sepamos, la moneda oficial de Suecia es la corona (0’1€, aprox.) y su Jefe de Estado, también lleva corona. Pero no hablemos de Suecia, que nos cae algo lejos y quizàs demasiado al Norte. En España, no tenemos coronas en moneda (de momento estamos en la zona euro) pero sí en la Jefatura del Estado. Y de ello quería desvariar brevemente.

Fue designado Rey por accidente. Porque Franco le cazó para que destronara a su propio padre Don Juan, el legítimo sucesor en el escalafón borbónico. También porque sagaces camisasviejas de la dictadura cazaron a los líderes de la oposición para ungirle como jefe del Estado aprovechando el totum revolutum de la aprobación del paquete constitucional. Un pedigrí cinegético-accidental que coronó toda su carrera de magníficos siniestros. De cuerno a astado, de ocio o negocio, para el monarca de la triste rotura nunca ha existido pieza mayor ni caza menuda que se le resistiera. Aunque al final tanto matonismo sólo evidencia el déficit democrático que padecemos.

Han pasado ya 31 años del 23-F y por fin allende los Pirineos empezamos a saber algo que no sean las mentiras del poder sobre aquel golpe militar que fue más que un intento, y que por su singularidad celtibérica hizo entrar a España en el Libro Ginnes del esperpento: fue el primer golpe de Estado en toda la historia perpetrado por policías de carretera, la Agrupación de Tráfico la Guardia Civil, también llamada por sus fans la Benemérita.