Se encontró radiación en casi la mitad de los niños japoneses de zona cercana a planta nuclear dañada
Un nuevo estudio del gobierno japonés establece que casi la mitad de los niños estudiados en tres localidades cercanas a la planta nuclear Fukushima Daiichi presentan rastros de elementos radiactivos en sus glándulas tiroides. El gobierno japonés sostiene que ninguno de los niños presentó niveles de radiación que podrían resultar problemáticos; sin embargo, los hallazgos del estudio suscitaron preocupación acerca de las consecuencias a largo plazo del desastre nuclear. El yodo radioactivo tiende a fijarse en la glándula tiroides, en especial de los menores, lo que aumenta el riesgo de desarrollar cáncer más adelante en la vida. En otras noticias sobre Japón, el Primer Ministro Naoto Kan descartó sus planes de reunirse con el Presidente Obama en Washington el próximo mes. En Japón, aumentan las especulaciones acerca de que Kan podría renunciar a su cargo en las próximas semanas.
La huella nuclear
Estos días hay que pellizcarse con fuerza y meter la cabeza en cubos de hielo para recuperar la cordura violentada hasta límites irracionales por la campaña mediática, política y de expertos que pretenden hacernos creer que la catástrofe nuclear de Japón es una prueba de los altos niveles de seguridad de las centrales. Suena loco, pero es así. Dicen, afirman, pregonan y argumentan, todos para uno y uno para todos, que sus instalaciones han aguantado bien a un terremoto y a un tsunami, y eso pregona su capacidad para enfrenarse a la adversidad. Como si tal cosa.
¿Qué podría conllevar el accidente nuclear en Japón?
Estamos profundamente preocupados por las posibles consecuencias que el terremoto y el tsunami puedan tener sobre la seguridad de las instalaciones nucleares de Japón, así como de otras industrias peligrosas como las refinerías de petróleo o fábricas de productos químicos, y sobre sus potenciales efectos sobre la salud pública y el medio ambiente.