Desde la franja de Mieres
Abel Ortiz
Los tontos, se acuesten a la hora que se acuesten, en Beijing o en Campaspero, no existen. La tontería es, como casi todas las identidades, circunstancial y evanescente; Parece muy difícil, al borde de lo imposible, ser tonto todo el rato, en todas partes. Que todos somos medio tontos es demostrable, solo hay que buscar la situación apropiada.
Los listos sí que existen. Son aquellos que consideran tontos a los demás. Los listos, a poco que uno se fije, se dirigen a sus congéneres con desprecio, superioridad, elitismo de camuflaje y algunos litros de baba.
Los listos, siempre y en cualquier latitud, buscan, básicamente, tajada a costa del señalado como primo. Los listos, al contrario que los gitanos, se leen la mano entre ellos. Así pueden darse la razón como si fueran motoristas saludándose en la autopista por pertenecer al grupo de los elegidos.
Cuando los listos hablan de China, de chinas y chinos, palabras polisémicas casualmente relacionadas con drogas, no pueden evitar risitas racistas, tópicos eurocéntricos y una soberbia oceánica. Qué gracia los chinitos.
La blanquitud, el baremo del capitalismo realmente padecido, el anglo-sajón y protestante, se defiende esparciendo humo a poder ser lacrimógeno. Ridiculizar un país de 1500 millones de personas del que se desconoce prácticamente todo es muy propio de aquellos que envueltos en sus andrajos desprecian cuanto ignoran. Machado se refería a los castellanos en concreto pero parece que la actitud se extiende por la península.
Explicar que China es, ha sido y será, clave en la historia de la humanidad da un poco de vergüenza; es tan evidente que abochorna insistir. Pero los listos tienen la fórmula mágica del reduccionismo: los chinos son todos iguales, tienen tiendas de productos baratos y restaurantes, son comunistas o capitalistas, comen perros, copian todo y hacen fiestas con dragones.
Sabemos que los primeros humanos salieron de África y poblaron el mundo viajando hacia el este, cruzaron el estrecho de Bering y llegaron a América. Sabemos también que entre los grandes ríos de China la población asentada se desarrolló hasta alcanzar un número mayor que en cualquier otro lugar del mundo. China tuvo, prácticamente siempre, tres veces la población Europea. Por eso los europeos perdían el culo por llegar a Asia, el centro lógico del mundo durante milenios. Las especias, la seda, la porcelana, la tinta, el té, la pasta, la imprenta, el papel, el acero, las naranjas… Anécdotas por las que se enviaban barcos a inventar rutas de muchos miles de kilómetros. Objetivo: llegar a puertos chinos o indios y acceder a las culturas más avanzadas.
Los chinos y los indios no son ni más listos ni más tontos, son más. Muchos más. Parece lógico pensar que los seres humanos tienen capacidades similares al margen de la geografía. Una población mayor produce más oficios, más investigación, más arte, más civilización, más horas de trabajo acumulado. Matemática básica.
Los ingleses, las guerras del opio, y los gringos, la política de las cañoneras, atacaron y depredaron China y Asia entera. Su superioridad moral era de plomo y fuego.
El gigante chino se despertó sin hacer ruido y después de desayunar vio un mundo blanco, nuclear y capitalista. Se arremangaron. Soportaron de todo: Invasiones, guerras civiles, revoluciones, hambrunas, presidentes usa, jesuitas, reinas de Inglaterra, gaullistas y soviéticos.
En China nunca funcionaron las religiones de salvación. La otra vida no vende en el mercado de Cheng Du o de Sanghai. El imperio del centro, donde se concentra la mayoría de la población mundial, recupera la hegemonía a velocidad de tren bala. La historia recupera el hilo lógico roto con la devastación blanca de América, África y Oceanía. Europa recupera su peso real; Pluma
Resulta que a los rostros pálidos no les gusta que China tenga su propia fe y no siga al abanderado. Los chinos no cumplen los “standars” de la city de Londrés ni de wall street.
A Trump no le gusta y dice que los chinos han copiado. Un listo. Cree que somos todos tontos y no sabemos que occidente ha vivido durante siglos de la tecnología china copiada por los renacentistas italianos, los científicos franceses de la ilustración, los aristócratas británicos del imperio.
China es el presente y el futuro. La blanquitud vuelve a recurrir al fuego y al plomo. El tigre de papel. China, Rusia, India, México, Irán…Mucho arroz pa poco pollo. Aunque sea de Kentucky y listísimo.
Un ácrata en camiseta
Los tontos a mi manera de entender la sociedad son aquellos fulanos o fulanas que tienes que soportar a todas horas y no te los puedes quitar de encima, que además pretenden hacerte cómplice de sus de sus tonterías. Pongamos por ejemplo a los «Quixotes» y afines. No es una cuestión de listeza o el estar en el secreto reservado a unas élites que si subvaloran o desprecian a los demás por creerse superiores, no es eso, es como dijo Ortega «En este Pais ya no cabe tanto tonto y tanto imbécil. Y no es por despreciar a la tontería, ¡es que esta es contagiosa!
Por lo demás sería aceptable que en la página Web de Radio Klara por primera vez alguien se atreviera a hablar con valentía del papel que está jugando la China pos-Mao en el concierto internacional, con todas sus carencias y aberraciones.
Emili Justicia
¿Pero quién cojones se burla de los chinos? ¿De qué narices habla este tío? Lo que es racista es meter a 1.500 millones en un pack (todos iguales y al parecer con una sola fe) y lo reduccionista es negarse a profundizar críticamente la actualidad de una sociedad tan grande y llena de contradicciones para repetir lugares comunes sobre la antigüedad de su civilización y su importancia política a nivel global (cosa que nadie discute). Francamente, los listos son los que hacen tontos a los demás. Abel Ortiz es, en ese sentido, súmamente listo.