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Opinió

Black is not beautiful

Carlos Montouto

Este finde mientras muchos blancos trataban de ponerse negros en las playas (a mí me tocará otro día, estoy resfriado) y ahora que dicen que está de moda lo negro, que si Afro por aquí, que si Afro por allá, me he visto del tirón «I’M NOT YOUR NEGRO» (adjunto link al final) y «FENCES». La segunda, que seguramente recordaréis por el Oscar de Viola Davis de este año y la injusticia de que Denzel se quedara sin el, es una tremenda y realista introspección sobre lo que en realidad significa ser negro en un mundo de blancos, como solo el teatro (la peli es la adaptación cinematográfica de la premiadísima obra de teatro de 1985 de August Wilson, ganador de dos Pulitzer) es capaz de profundizar en el alma humana, más allá del efectismo del lenguaje cinematógráfico.

El documental basado en el pensamiento del escritor y activista James Baldwin en 1979 sobre la vida y muerte de tres iconos de la América Negra asesinados, a quien Baldwin conoció y trató en persona: nada menos que el Dr. Luther King, Malcolm X y el activista de los derechos civiles en los duros años 50 de Mississippi, Medgar Evers; es una reivindicación lúgubre en la voz profunda de Samuel L. Jackson, de cómo la tragedia afroamericana forma parte del ADN y la construcción de Estados Unidos de manera indisoluble y cruel: la conversión de la blanquitud, que es en realidad «una metáfora del poder» en un monstruo moral. Pregunta en Ferguson. Como escribe acertadamente Baldwin, «lo trágico es que a los que dicen que les importa, en realidad no les importa». El sino de nuestros días de pantalla y velocidad.

Pero los dos tienen un registro y un formato común tan ténebre y descarnado, sin concesiones, que obliga a repensar dos veces como vemos, seas blanco o negro, nuestra relación con la vida y la sociedad donde coexistimos, lejos del oropel y los neones conque la fama efímera viste los sueños del éxito.

Dicen que las mujeres blancas por lo general se sienten tan atraídas por los hombres negros, porque más allá de sus…músculos, la dureza de sus vidas sometidas a la permanente discriminación, sutil o no, los ha endurecido hasta hacerles hombres de verdad, sin miedo y sin complejos, a diferencia de tanto hombre blanco débil y mimado por la vida de privilegios y su red de sobreprotección familiar. Dicen.

Sin embargo, lo que esas afirmaciones no cuentan, es el precio de ese endurecimiento, las llagas interiores de esa crueldad: la frustración, la impotencia, la desconfianza, la rabia, el vértigo de acabar en cualquier momento sin casa, sin trabajo, sin familia, en la calle, en una taberna ahogado en alcohol, o lo que es peor, en prisión o muerto en un callejón sin nadie que te reclame. Todo eso de lo que ha cantado el blues y el jazz desde el principio, y que actualizó Gil Scott Heron tras leer a Langston Hughes y de lo que hoy ya ni siquiera se habla en el rap.

Por que… ¿quién quiere ver a su alrededor más dosis de hiper-realidad, cuando vivimos en el mundo entero el Winter in América?. Así que la mayoría, empezando por los propios negros, solo quieren refugiarse en la fantasía, sea en una película de ricos y famosos, o en un vídeo clip con chicas, coches de lujo y botellas de champagne Cristal en una eterna fiesta falsa. El alma humana es así, y es universal, solo cambian las condiciones de vida que nos moldean en más o en menos. A algunos, a la fuerza.

Y de eso hablan estos dos retratos lúcidos e inmisericordes, si tienes el valor de Denzel Washington en la película para enfrentarte a tus propios demonios, a la Sra. Muerte, a batazo limpio. Por supuesto que la negritud es el extremo máximo del sufrimiento, sutil o no, de la vida impuesta a los de abajo (a los pobres, a las prostitutas extranjeras, a los menores sin acompañar, a los racializados, a los excluidos), y ni siquiera otras comunidades también racializadas entre las migrantes (salvo tal vez los sirios en la actualidad) alcanzan ese vertigo existencial de no ser aceptados en ninguna parte como personas verdaderamente libres, el vertigo de ser rechazados y expulsados de una vida que tanto te constó construir, en cualquier momento solo por tu origen.

Qué América no es País para Negros, ya lo dijo Marcus Garvey en 1919. Y Europa va por el mismo camino. Otra construcción de ficticia cristianía y blanquitud. Pero ayer estuve una manifa contra los desahucios. Los 300 pacíficos manifestantes de la PAH, Yayo Flautas, etc. me recordaron cómo la mayor crueldad de esta vida de opresión, es que se cobra sus víctimas silenciosamente. Como la Sra. Muerte de «Fences». Nadie está a salvo de la exclusión, ni siquiera nosotros los blancos, del miedo, de acabar solos bebiendo cerveza o ginebra en un banco de la calle o en un bar. La mal llamada Crisis eterna en la que nos hemos instalado, nos lo recuerda a diario. No vendrán los uniformados a molestarte por tu color de piel, o por si tienes papeles o no (que ya es algo), pero vendrán a molestarte porque si no produces y no pagas, estorbas, ya no cuentas y por tanto, como todos los demás a los que se priva de la condición humana, se puede hacer lo que se desee contigo, incluso quemarte vivo. No hace tanto teníamos una Ley llamada apropiadamente «de Vagos y Maleantes».

«Fences» trascurre a finales de los 50 cuando parece que el mundo está cambiando para mejor. Baldwin escribe justo 20 años después, al final de la década «maravillosa» enterrada a lo largo de los 70. Sorprende comparar dos momentos históricos tan decisivos (el antes y el después de la revolución que nunca llega) y comprobar como prácticamente nada ha cambiado en el discurso de Garvey y el fatalismo «genético» de los nacionalistas negros de la diáspora. Y cómo, aun soterrado por aquella necesidad bien alimentada de «fantasía», ese fatalismo hiperrealista llega hasta hoy, eso sí convenientemente disimulado el miedo y la ansiedad en el marasmo confuso de las redes sociales y la propaganda consumista, para que la Sra. Muerte pueda seguir haciendo su trabajo de forma silenciosa y selectiva.

Sí, amig@s. Ser Negro no es bonito, se paga un precio demasiado alto. Así que no me vengan con snobismos absurdos de niñ@ mimad@. Decían de Sartre y los existencialistas franceses, que tanta dosis de realidad hacía al ser humano demasiado pesimista y que así era imposible enfrentarse a la vida, sino era cayendo en la locura. Se lo preguntan a James Baldwin en un momento dado. El mismo dice que le llaman «amargado». Muchos prefieren cerrar los ojos y seguir soñando. Otros preferimos abrirlos y ver lo que nos rodea aun a costa del dolor que supone. Unos pueden soportarlo. Otros prefieren anestesiarse.

Felizmente hay algo en medio de ese dolor, que reconforta, además del bálsamo de la música y el arte en general. Que justo donde el dolor se hace insoportable, brota la dignidad de unos cuantos, unos muchos, hombres y mujeres buenos. Porque la vida es más fuerte que la muerte. Y eso, si lo miras bien, es mucho más cierto y verdad que cualquier fantasía que me puedas ofrecer para refugiar mis demonios y mis miedos. Aunque en realidad no se adquiere solo por el color de piel, sino por el nivel de conciencia, la negritud es así, por necesidad, Home of the Braves!

http://gnula.nu/…/ver-i-am-not-your-negro-no-soy-tu-negro-…/

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