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Presentación del libro “Anarquismo y política” de Stefano d’Errico sobre Camillo Berneri

Emili Cortavitarte

1.-Biografía de Camillo Berneri:

Camillo Berneri Croce nace en Lodi el 20 de mayo de 1897. Siguiendo los cambios de cátedra de su madre, profesora, se radicó al final en Reggio Emilia. Aquí se acerca, cuando tan sólo tenía quince años, al socialismo humanitario de Camillo Prampolini.

Se pasa al anarquismo en 1916. Participa enseguida en los momentos iniciales del Movimiento, desde el Congreso de fundación de la Unión Anarquista Italiana (Ancona, 1919) a la creación de su órgano más importante, el diario Umanità Nova (1920), para el cual empieza a escribir desde el principio. Se compromete desde el primer número con Enrico Malatesta Luigi Fabbri, Carlo Molaschi y Carlo Frigerio en la principal revista teórica libertaria, Pensiero e Volontà; mantendrá relaciones permanentes con las redacciones de L’Avvenire anarchico de Pisa y de Il Libertario de La Spezia y de Il Grido della rivolta de Florencia.

Tras ser expulsado de la Academia de alumnos oficiales de Modena por “ideas subversivas” y por no poder soportar el militarismo y mandado al frente en 1918, Berneri empieza su “irreverente” reflexión libertaria. Fue llevado dos veces al tribunal de guerra y arrestado en la Casa del Pueblo de Sestri Ponente durante el estado de sitio proclamado por los motines de Turín. En 1919, todavía bajo las armas, es enviado al confinamiento en Pianosa a raíz de la huelga general del mes de julio.

Berneri también le presta su pluma a la revista protestante Coscientia, así como a periódicos no anarquistas como Pagine Libere de Pistoia, Humanitas de Bari, I nostri quaderni de Lanciano, Avanti! de Milán y La Critica Politica de Roma; y, siendo todavía estudiante universitario en Florencia, frecuenta los grupos intelectuales más significativos de la ciudad. Pero Berneri se siente atraído, sobre todo, por L’Unità (Florencia-Roma 1911-20), revista semanal creada por Salvemini, hombre de cultura de la “vieja guardia” y uno de los padres nobles del liberalsocialismo italiano, fundador en 1929 con los hermanos Rosselli, Lussu, Nitti y otros de la formación política “Giustizia e Libertà”.

Se licenció en filosofía el 27 de noviembre de 1922, con una tesis con orientación pedagógica (sobre las reformas escolares en Piamonte hacia 1848) Al oponerse a jurar fidelidad al régimen le fue negada con un veto del gobernador la cátedra de Instituto a la que tenía derecho – después de haber vivido en diferentes ciudades y enseñado en Arezzo (donde nació en 1918 su primogénita, Maria Luisa) y Florencia (donde nació en 1919 su otra hija, Giliana), en Montepulciano, Cortona, Bellagio, Milán y Macerata – fue encargado como interino en Camerino; señalado y seguido en todo momento por la policía, agredido por los matones de uniforme fascista, Berneri se fue a Francia con su familia en abril 1926. Aquí atravesó períodos de verdadera indigencia y no vaciló a la hora de aceptar toda clase de trabajos, también el de albañil.

Da comienzo su “exilio sin descanso” durante el cual le ponen la etiqueta (merecida) de “italiano más expulsado de Europa”. Participa en primera persona en el antifascismo. Será encarcelado y también exiliado al otro lado de los Alpes. Es objeto de una importante campaña para que sea readmitido desde Bélgica y Luxemburgo en Francia. También es acosado en Holanda y Alemania sin dejar de combatir.

Bastante antes de su llegada a España, entre 1926 y 1932, artículos y ensayos del lodigiano son bien conocidos en el movimiento libertario en Europa y las dos Américas. Colabora en Il Monito, La Lotta Umana y la Revue Anarchiste de París, en L’en dehors de Orleans, en Le Reveil de Ginebra y Vogliamo de Lugano, en Guerra di Classe de Bruselas, en La Revista Blanca de Barcelona y Estudios de Valencia, en Arbetaren de Estocolmo, en Der Syndikalist de Berlín, así como en Studi Sociali de Montevideo; L’Adunata dei Refrattari de Nueva York; Germinal, Chicago; Il Pensiero, Antorcha, Nervio, La protesta (y su suplemento) de Buenos Aires.

La creación de una columna mixta que, aunque enmarcada entre las fuerzas de la CNT, tuvo en Rosselli a su comandante y en Berneri a su comisario político y que agrupó, además de los voluntarios de Giustizia e Libertà, a una parte significativa de los dos mil anarquistas italianos que llegaron a España para combatir en las filas de la República en la guerra revolucionaria que siguió al golpe de Estado fascista del 17 de julio de 1936.

Durante la revolución española, aun estando intransigentemente alineado a favor de la defensa y el desarrollo de las conquistas populares, las colectivizaciones agrarias y la socialización de las industrias, supo comprender los intentos de discernir en la situación por parte de los dirigentes cenetistas. Naturalmente, Berneri mantuvo esta postura hasta que la CNT de la época supo conservar su autonomía y estuvo a la ofensiva. Ante los primeros atisbos de empeoramiento de la situación, fue uno de los partidarios del inteligente plan elaborado por Pierre Besnard, secretario de la Internacional anarcosindicalista (al tiempo AIT).

Y sin embargo Berneri no figuraba entre los que se habían rasgado las vestiduras ante el nombramiento de los ministros anarquistas. Para él el problema no era la utilización (entre otras cosas accidental) de las instituciones. Había defendido las decisiones de la dirigencia cenetista, colaborado con ella y escrito cosas muy apreciadas por una larga lista de periódicos libertarios españoles (la Revista Blanca, Más lejos, Tierra y Libertad, Tiempos Nuevos, Estudios, el diario Solidaridad Obrera), que habían solicitado su colaboración.

Al final de su recorrido, Berneri fue asesinado en España. Lo encontraran indefenso, en compañía de tres personas tan sólo, entre las cuales se hallaba otro italiano con poco más de cuarenta años, Francesco Barbieri. Los agentes (doce más uno de civil) no se llevaron a las dos mujeres que estaban con ellos en la casa de Barcelona situada en el primer piso del número 2 de la Plaza del Ángel, las cuales pudieron atestiguar sobre la pertenencia de los hombres de uniforme, con carné y estrella roja, a las fuerzas controladas por los comunistas del PSUC. Era por la tarde (alrededor de las seis), los cuerpos sin vida de los dos anarquistas fueron hallados por la Cruz Roja pocas horas después, Barbieri en las Ramblas y Berneri “en la plaza de la Generalitat”. Se cumplió su destino, y fue verdaderamente desdichado, entre la pinza de los totalitarismos el fascismo y el estalinismo (a los que había criticado también por su actitud respecto de la revolución española)

2.- Características e ideas fundamentales de su pensamiento

El estudio de Stefano d’Errico va recorriendo con minuciosidad y rigor académicos cada una de las cuestiones donde se podían esconder tanto esos dogmas inoperantes como las novedades a las que debía enfrentarse el anarquismo como auténtico pensamiento manumisor. Aborda y desarrolla las opiniones de Berneri al respecto de problemas y cuestiones como: la pedagogía, la técnica, la cultura, la religión, la capacidad para conocer científicamente (epistemología), el humanismo, los límites del clasismo proletario, la democracia, la revolución, la violencia, la organización, el sindicalismo, los totalitarismos, la política electoral, la sicología, la etnología …

Berneri mantuvo una vida de relación con quienes eran los actores intelectuales y políticos principales en la Italia de su tiempo: su primer maestro, el historiador Gaetano Salvemini, el liberal Piero Gobetti, el socialista Carlo Rosselli o el comunista Gramsci, además de correligionarios como Luigi y Luce Fabbri y otros. Una actitud no demasiado extendida dentro de la tradición anarquista, a menudo tendente a contender hacia dentro y descalificar hacia fuera (A. Rivera)

La de Berneri constituye una reflexión de gran altura teórica e intelectual. Son pocos los libertarios españoles de ese carácter -Ricardo Mella, Isaac Puente…- y son casi excepción los capaces de plantear actualizaciones doctrinales y revisiones ideológicas, a la vez que de disputar en su momento en los terrenos del debate político menor, táctico: puede que Valeriano Orobón y pocos más

Un anarquista que nunca desdeñó la política, ni se refugió en antipoliticismos estériles y/o escapistas, que analizó cada una de las realidades cercanas o lejanas, importantes, que asaltaban el mundo que vivía. Con ese pertrecho y fortaleza teóricos, Berneri se adentró sin complejos ni limitaciones en la complicada relación entre anarquismo y política, y lo hizo para abordarla tanto en términos ideológicos como estratégicos y tácticos.

-Aborrece el ideologismo, estático e inmutable: “Un anarquista no puede sino detestar los sistemas ideológicos cerrados (teorías que se llaman doctrina) y no puede sino dar a los principios un valor relativo”

“Yo entiendo por anarquismo crítico un anarquismo que, sin ser escéptico, no se contente con las verdades adquiridas, con las fórmulas simplistas; un anarquismo idealista y al mismo tiempo realista; un anarquismo, en definitiva, que injerte verdades nuevas en el tronco de sus verdades fundamentales, que sepa podar las ramas viejas”.

“El anarquismo ha de ser vasto en sus concepciones, audaz, no contentarse nunca. Si quiere vivir, cumpliendo su misión de vanguardia, tiene que diferenciarse y mantener alta su bandera aunque esto pueda aislarlo en el estrecho círculo de los suyos”

-Diálogo entre anarquismo y política: En Berneri no es, en absoluto, un atajo para cuestionar el anarquismo pretendiendo una remoción de sus postulados o denunciando sin más un anquilosamiento dogmático, nihilista o ajeno a la realidad. Todo lo contrario. Berneri se enfrenta a los falsos guardianes de las esencias anárquicas, a la “oligarquía doctrinaria”, denunciando, por ejemplo, la naturaleza real del Estado -su incompetencia y su oposición intrínseca a la realidad social-, sin tener que acudir a visiones y fórmulas decimonónicas. Pretende superar la opción estatal mediante propuestas descentralizadoras de tipo federal, no invocando o a través de su simple negación. Asume que se hace más por cambiar las cosas actuando e implicándose en buscar contradicciones en la sociedad que muere que limitándose a proposiciones utopistas para aplicar en la sociedad que venga a sustituirla.

-Los esfuerzos realizados por él en la construcción de un proyecto políticamente hacedero para el anarquismo son bastante complejos y variados, como demuestra el planteamiento orgánico de la “Costituzione della Federazione Italiana Comuni Socialisti (FICS)”, fraguada durante el Congreso de entendimiento entre los anarquistas italianos exiliados en Francia que tuvo lugar en París en 1935, donde resulta bien reconocible un preciso organigrama colectivista-sindicalista-municipalista.

-Anarquismo estructurado y organizado: “Yo no veo los peligros de la centralización, del autoritarismo que muchos ven en la organización cada vez más sólida y coordinada de nuestros grupos, nuestras uniones provinciales, nuestras federaciones regionales. ¿El atomismo individual y de los grupos ha demostrado ser útil? ¿No es nuestro movimiento por su naturaleza y definición refractario a las malas influencias de una disciplina de partido mal entendida? ¿Por qué motivos un movimiento libertario puede cristalizarse convirtiéndose en partido y degenerar en todas esas formas de autoritarismo centralizador que algunos temen y profetizan?”

-Desde el primer momento, serán sobre todo el federalismo y el municipalismo los instrumentos adecuados para la reapropiación y la autodeterminación, mientras que el anarcosindicalismo representará el método organizativo y agitador idóneo para dar al movimiento libertario capacidad de penetración, desde donde se desarrollará la necesaria “hegemonía” en el mundo del trabajo apta para hacer madurar y cambiar las relaciones de fuerza. Un instrumento útil también para combatir la escasa propensión a la autodisciplina propia del anarquismo y hacer de cemento para el sentimiento de pertenencia que debe mantener unidas las estructuras militantes.

Berneri, que en el exilio decidió revitalizar y dirigir la revista en italiano Guerra di Classe – órgano de la Unione Sindacale antes del fascismo en el que había colaborado ya en Italia desde 1917 – fue muy claro al respecto: “El campo sindical ha pasado a ser el único campo que consiente una actividad concreta. […] La prensa anarcosindicalista tiene un reflejo constante de las necesidades, las aspiraciones, las luchas de las masas proletarias […] pero la anarquista, pura, salvo alguna rara excepción, es genérica, es decir, sorda y ciega a las realidades particulares del ambiente social en que vive. El periódico de París podría estar hecho en Nueva York, y no cambiaría casi nada. En este fenómeno radica uno de los máximos índices de la crisis del anarquismo puro”

-Aboca a los ayuntamientos y a las entidades federales la gestión general de las tierras y las instituciones públicas, pero canaliza la capacidad productiva a través de cooperativas y asociaciones. Confía las grandes empresas a las asambleas obreras. La suya es, también en economía, una forma compleja de socialismo libertario (“siendo socialista libertario como lo soy yo”), que parte del nivel más sencillo para llegar a una realidad más ramificada (pero nunca piramidal), más “equitativa” que volcada en la planificación.

-Federalismo :“Un organismo como el Estado actual puede ser derribado, pero de su osamenta acusa recibo todo ese sistema de haces musculares y nerviosos que son los servicios públicos. Éstos han de organizarse y siendo, tanto por su naturaleza funcional como por la organización que les ha dado la necesidad centralizadora del Estado, organismos eminentemente nacionales por encima del pueblo, la ciudad, la región, deberá pulsar un sistema de centros directivos que en la vida de una nación son lo que en la vida orgánica de los animales superiores son el cerebro, el corazón, los ganglios nerviosos

-Desarrollo de la sociedad en sentido autogestionario: “Igualmente formalista es la afirmación de la necesidad de una máxima concentración del poder económico y político del Estado, como si la máxima concentración tuviera de por sí poder regulador, virtud innovadora, y no fuese en cambio la máxima centralización estatal factible de dar una progresión geométrica a los errores de los gobernantes”

-Berneri no fue nunca un maximalista: “Según mi entender, no ejercer un derecho porque es concedido por el Estado, no crear una situación mejor que la actual porque se desearía una mejor que la obtenible, equivale a fosilizar nuestra acción política”

“El cretinismo abstencionista es esa superstición política que considera el acto de votar un menoscabo de la dignidad humana o que valora una situación político-social con arreglo al número de los abstenidos en las elecciones, cuando no empareja ambos infantilismos”… “Si mañana se presentara el caso de un plebiscito (desarme o defensa nacional armada, autonomía de las minorías étnicas o sin ciudadanía en un país, abandono o conservación de las colonias, etc.) se encontraría todavía a anarquistas que consideraran correcto abstenerse”

-Relación del anarquismo con el comunismo: una relación bien expresada y representada por Berneri en su paso de una posición partidaria y crítica, en 1919, a otra claramente descalificadora de la deriva de los bolcheviques en Rusia y, particularmente, de su imperialismo ideológico sobre las formaciones comunistas europeas, ya en 1922. En definitiva, una consideración similar a la sostenida por otros referentes anarquistas, conforme se iba conociendo la realidad del país de los soviets y conforme se iban padeciendo en cada lugar la hostilidad y la competencia de los nuevos partidos comunistas

Crítica del leninismo: “Quien dice ‘Estado proletario’ dice ‘capitalismo de Estado’; quien dice ‘dictadura del proletariado’ dice ‘oligarquía zarista’ de politicastros.

“Leninistas, trotskistas, bordiguistas o centristas no están divididos más que por diferentes concepciones tácticas. Todos los bolcheviques, cualquiera que sea la fracción a la que pertenecen, son favorables a la dictadura política y del socialismo de Estado. Todos están unidos por la fórmula ‘dictadura del proletariado’, equívoca fórmula correspondiente al ‘pueblo soberano’ del jacobinismo. Sea cual sea el jacobinismo, está destinado a desviar la revolución social. Y cuando ésta se desvía, se perfila la sombra de un Bonaparte.”

Crítica a las tesis marxista del Estado: “Los anarquistas se diferencian de los marxistas en considerar el Estado no como un órgano interclasista, sino como un órgano de clase. Según Marx-Engels, el Estado surgió cuando se formaron las clases. Esta concepción, que constituye un regreso a la filosofía del derecho natural de Hobbes, es rechazada por los anarquistas, quienes consideran el poder político como el generador principal de las clases, y de esta concepción histórica inducen que la destrucción del Estado es la conditio sine qua non de la extinción del capitalismo”

-Su texto más difundido a nivel internacional es la Carta abierta a la compañera Federica Montseny del 14 de abril de 1937, con la que la ponía en guardia contra los retrocesos de la revolución y la complacencia hacia los comunistas con la famosa frase: “Ya es hora de darse cuenta de si los anarquistas están en el gobierno para hacer de vestales a un fuego a punto de apagarse o están tan sólo para hacer de gorro frigio a politiquillos amañados con el enemigo o con las fuerzas de la restauración de la ‘república de todas las clases’”. La misma carta, donde el lodigiano recordaba cómo – a pesar de que el 17 de diciembre de 1936 Pravda había proclamado ya: “En cuanto a Cataluña, ha empezado la limpieza de los elementos trotskistas y anarcosindicalistas, obra que será llevada a cabo con la misma energía con que fue conducida en la URSS” – precisamente Federica Montseny había hecho (posteriormente) en una revista la siguiente, grotesca declaración: “…no fue Lenin el verdadero constructor de Rusia, sino Stalin, espíritu realizador…”.

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