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Opinió

¿Es posible una empresa ética?

El Dedo en el Ojo de Félix García Moriyón

Félix García Moriyón
Félix García Moriyón

Es posible que a más de una persona le parezca una pregunta simple pues, tal y como está formulada, la respuesta tendría que ser afirmativa. Al menos, en principio, sí es posible. Ahí tenemos, sin ir más lejos, la banca ética, que se presenta como tal y que es valorada así por un colectivo importante de personas que han puesto en esa banca sus gestiones financieras de todo tipo. Eso sí, al menos Triodos, uno de los bancos éticos más conocidos, no tiene todavía hipotecas, lo que puede ser una prueba de su dimensión ética, pero también una dificultad para incidir en uno de los problemas éticos más serios de la banca actual.

Existen además otras propuestas que son interesantes, todas ellas en el marco de la economía social, que de algún modo también ponen por delante unos planteamientos cuyo objetivo es generar riqueza para satisfacer las genuinas necesidades humanas, dejando en segundo término generar beneficios para los titulares o propietarios de esas empresas. Algo parecido sucede con todas aquellas que funcionan en régimen de cooperativa con mayores o menores niveles de autogestión. En este caso, la calidad ética de las empresas está vinculada estrechamente al cuidado de las condiciones laborales de sus trabajadores.

A otras personas les puede parecer una pregunta mal planteada, o poco clara. Entendemos por ética, en principio, el sistema que estudia y fundamenta el conjunto de valores que rigen la vida moral de la personas. Y el adjetivo ético sirve para definir aquello que es conforme a la moral. En este sentido, más o menos elaborado el sistema o más o menos distinta la moral que cada persona o institución asumen como propia, claro que todas las empresas no solo pueden ser éticas, sino que lo son. La mafia, por ejemplo, tiene su propio código ético que es respetado por sus miembros: es una empresa ética y moral. Ahora bien, en el lenguaje cotidiano, según los principios de la lógica conversacional, cuando decimos que alguien tiene ética o ha faltado a la ética, nos estamos refiriendo no a cualquier ética, sino solo a aquella que respeta los valores aceptados por mayoría de los seres humanos. En este caso, podríamos decir que es ética aquella empresa que cumple con los derechos humanos, en especial con los recogidos por el Pacto Internacional de derechos económicos, sociales y culturales

Conviene, por último, precisar un poco más la pregunta. La ética solo tiene sentido genuino aplicado a seres humanos, en condiciones de plena responsabilidad de sus actos. Por eso, cuando hablamos de ética de las empresas no estamos hablando en estricto sentido de la institución, que en cuanto tal no puede ser ética, sino de sus políticas empresariales que han sido diseñadas y aplicadas por los consejeros y por los altos ejecutivos (en este caso el masculino no es solo una exigencia de economía gramatical, sino una manera de recordar que abrumadoramente son casi todos hombres). Bankia no careció de ética, pero sí carecieron de ella su presidente y sus consejeros, pudiendo extender las responsabilidades hasta ejecutivos de nivel más bajo. En principio no estamos hablando del personal laboral quienes, desde luego, puede ser también muy poco éticos en su comportamiento en el puesto de trabajo, como se puede suponer, por ejemplo, en casos de elevado absentismo.

Con estas precisiones, la pregunta adquiere entonces todo su sentido y la respuesta no es tan clara. Podemos empezar diciendo que, en sentido conversacional (ética como bondad), existen serias dudas de que todas las empresas lo sean, o que sea un comportamiento generalizado. Por ejemplo, hace bien poco nos daban un dato importante: en 2014 los salarios de los altos ejecutivos crecieron algo más del 17% mientras que los de los trabajadores disminuyeron un 0,6%. Parece una refutación seria del comportamiento ético de las empresas, esto es de los empresarios. Los incumplimientos generalizados de otras muchas normas laborales, desde horarios excesivos hasta remuneraciones por debajo de lo legalmente exigido o comportamiento ecológico incorrecto, se pueden acumular.

Desde luego, podemos decir que existe una preocupación creciente sobre el tema, de tal modo que se ha puesto de moda hablar de responsabilidad social empresarial o corporativa, y hay esfuerzos serios para conseguir que eso cale cada día más en el comportamiento habitual de las empresas hasta conseguir elevar el nivel ético de las mismas. Adela Cortina puede ser considerada como una de las filósofas que defiende con mayor rigor y empeño ese enfoque, dirigiendo incluso la fundación Etnor. Un enfoque distinto es el de los sindicatos, pero este tiene dos limitaciones: en realidad se centran sobre todo en la defensa de la legalidad (que no siempre coincide con la moralidad) y por otra parte, al menos en el caso de los grandes sindicatos, su propia ética está bajo profunda sospecha.

No obstante, soy pesimista al respecto. Creo que mientras no se cambien las reglas del juego, esto es el modelo capitalista de relaciones sociales de producción, una empresa ética no deja de ser un oxímoron, algo que explica bien José Ángel Moreno, activo colaborador de Economistas sin Fronteras, quien impartió una conferencia al respecto en nuestro seminario permanente del grupo de investigación NIAIA.

El fundamento de esta contradicción se basa en que en el fondo, el objetivo prioritario, casi único, de las empresas es generar el máximo beneficio posible, de tal modo que, si se produce un conflicto moral, el valor que siempre gana es el beneficio. Se puede intentar, como hace Miguel Ángel Garcia Vega insistir en que la ética es un activo, para convencer a los empresarios de que debe ser más éticos, o más responsables socialmente. Pero si se acepta su planteamiento, nos hemos cargado ya cualquier posibilidad de la ética empresarial, puesto que cuando hablamos de ética estamos hablando de los fines, y de la relación de los fines con los medios, pero sin duda alguna, convertir la ética en un activo es convertirla en un medio para un fin: mejorar el negocio.

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