El Vaivén de Rafael Cid
Dos profesores, ambos marxistas de reconocido prestigio, considerados “cerebros” de Podemos y de Syriza respectivamente, han sido degradados por su partidos en un gesto que les invita a tomar el camino de salida. Exit para Monedero en forma de finiquito, y exit para Varufakis en cómodos plazos. En ambos casos, su ostracismo ilustra la creciente frustración de unas expectativas transformadoras que se habían publicitado como la revolución democrática del siglo XXI aquí y ahora. La viva imagen del triunfo de los de abajo contra la Europa de la Crisis y del Capital.
A día de hoy, poco tiempo después de haber ganado las elecciones por una amplia mayoría que no evitó tener que buscar socio de gobierno en el xenófobo ANEL, la coalición radical de izquierdas (Syriza) sigue contando con un fuerte apoyo entre la población, pero con rendimientos decrecientes a medida que pasan los meses y las promesas estrella quedan para más adelante. Seguramente porque, a pesar del ruido mediático protagonizado por su portavoz en Bruselas, el ministro Yanis Varoufakis, el mayor logro del régimen de Tsipras en su contencioso con la Unión Europea (UE) haya sido hasta ahora forzar un cambio placebo en la tarjeta de visita de su adversario.
A la Troika de ayer hoy la llaman “las instituciones”, aunque ese guiño para comadres no ha salvado a Grecia de cumplir con sus voraces acreedores. Precisamente hace unos días hizo efectivo un pago al Fondo Monetario Internacional (FMI), sin que al parecer importara demasiado que el país esté al borde de la suspensión de pagos, anémico de recursos propios y de prestamistas de recambio. Es como si sobre la Atenas de Syriza también pendiera una espada de Damocles, a modo del artículo 153 de la Constitución española, que obligara al pago de la deuda frente a cualquier otra necesidad social por dramática que sea. Esclavización jurídica que de suyo allí no existe.
Errático en la teoría y supermediático en la práctica diplomática, Varoufakis ha pasado a segundo plano por orden de una Atenas que siente como se estrecha la soga de la deuda sin que la UE libere las últimas partidas económicas del rescate ni se rebajen las contrapartidas exigidas para consentirlas. Y mientras tanto, para consumo interno, el gobierno de Tsipras se ve obligado a adoptar medidas paliativas que parecen hechas por su extravagante compañero de viaje, el ultra ANEL. Ni la continuidad de las privatizaciones en infraestructuras (el Puerto del Pireo y 14 aeropuertos regionales); ni la “confiscación” del dinero de los ayuntamientos y otras instituciones y empresas públicas por el gobierno central; ni mucho menos la concesión de una amnistía fiscal a los grandes evasores, son acciones que casen con su programa anticapitalista y popular de partida.
Aunque peor le ha ido al cofundador de Podemos, Juan Carlos Monedero, que ha pasado de ser el cerebro del partido y uno de sus activos más dicharacheros a instalarse en la ardiente mediocridad de la puta base. Zarandeado por la polémica de los servicios prestados a la cúpula del régimen venezolano; cuestionado por haber ensayado argucias de estraperlista para burlar a Hacienda y cercado por su prepotencia mitinera, la defenestración controlada del imprevisible y estigmatizado Monedero se había convertido en una asignatura pendiente para la formación que ayudó a fletar. Me malicio que dando curso a las reflexiones suscitadas en la reunión secreta celebrada entre Pablo Iglesias e Iñigo Errejón con José Bono y José Luis Rodríguez Zapatero, “contubernio” del que el molesto Monedero posiblemente se enteró por la prensa.
Como Felipe González en su momento, cuando la sombra de la duda se empezó a cernir sobre el entorno más próximo de su compañero y amigo Alfonso Guerra, Iglesias también proclamó un salomónico “dos por el precio de uno” al arreciar las críticas por el caso Venezuela-Chávez-Maduro. Pero al final, de la misma forma que González, el secretario general del “partido de la gente” ha terminado rindiéndose a la “razón de Estado”. No ha dicho “París bien vale una misa” para justificar el divorcio, pero casi. Porque su lacónico comunicado a la prensa (“Monedero ha presentado su dimisión de los órganos directivos de Podemos y la he aceptado”) contiene toda una declaración de principios de despotismo burocrático.
El “la he aceptado”, esgrimido en primera persona del singular, sin la mínima mención a consultas u opiniones a miembros del equipo dirigente, es un gesto de autoridad que habla de Podemos como una formación hecha a la imagen y semejanza de su secretario general, el Yo Supremo. Y este es un caso paradigmático de que con “desde abajo” no basta para legitimar la voluntad general. El respeto a las minorías, la pluralidad, el debate, la inclusividad, la participación democrática son, entre otros valores, activos indispensable en todo proyecto que pretenda una auténtica acción emancipadora. Porque el resolutivo índice hacia abajo con que Iglesias ha dicho adiós a Monedero proviene, en su formulación constitutiva, de los acuerdos a la búlgara adoptados en la asamblea de Vista Alegre que entregó plenos poderes a la pirámide de Podemos que corona Iglesias.
Una apuesta no exenta de calculada teatralidad. No se trata de que una vez más “la revolución devore a sus hijos”, como ha descrito una cronista de El País en el entierro informativo confeccionado para Monedero. Sino de todo lo contrario. Hablando con propiedad, es más bien que “la involución devora a sus padres”. Porque si de algo se felicitan los medios de percepción de masas, que tanto y tan altruistamente influyeron en el lanzamiento urbi et urbi de Podemos, es de que el partido de Iglesias haya contribuido como nadie a sacar la protesta que acorralaba al sistema de las calles y plazas de toda España.
Por lo demás, Juan Carlos Monedero no ha sido ningún imberbe en este “juego de tronos” que le ha destronado en vísperas del Primero de Mayo, aunque pueda oficiar de “enfant terrible”. Sino un Torquemada caído en desgracia. Como ha tenido a bien recordar el diario del Ibex 35, el propio Monedero ya alertó que “Podemos corre el riesgo de convertirse en el 15-M, que era profundamente democrático, pero también profundamente inoperativo”. Como enseña el Calendario Zaragozano: quien siembra vientos suele recoger tempestades.
Bueno, bueno, como siempre, rafa Cid, no se sabe a que palo andas. Se ve que te preocupas poco de hacer un seguimiento del personaje pero eso eso no te impide calificar a Monendero de «dicharachero» o «mediocre ardiente de la puta base». Día a día vas perdiendo credibilidad a pesar de tu brillantez en las exposiciones, casi siempre retóricas. Antes seguía tus podscasts en RadioKlara. Ahora, para no caer en el hablar sin conocer, opto por leerte y así no estropear mi paseo matinal.