Crónica de incompetencia y prepotencia
Por Abelardo Muñoz
Inicio:
València, 12 horas. Palau de Congresos. Encomendado por Juan Tur, director del diario digital Linformatiu.com, me dirijo al evento protagonizado por Alarte al que viene a apoyar el ministro Rubalcaba. Voy vestido con americana y corbata vintage muy linda, del padre de mi novia. Como el acto ha comenzado ya, entro raudo en el palau con el carnet en la mano pero nadie me lo pide. La recepción de acreditados está desierta. Mi diario, y yo mismo, he avisado días antes de mi presencia dando mis datos.
Desarrollo:
Entro en el gran salón que está de bote en bote. Como desde hace décadas mi manera de trabajar es evitar las salas de prensa y la visión de los personajes por pantalla, me resulta más eficaz para las crónicas estar in situ y verle el sudor a los perorantes. Mis crónicas son diferentes a las demás por esos detalles y por eso me pagan.
Me siento sobre la moqueta cerca de los fotógrafos y Alarte está acabando su discurso. Fernando, joven jefe de prensa de Alarte, está a medio metro, pero en lugar de estar al loro de quien ha llegado mira a su jefe con arrobo. Le hago señas pero no me ve. Recuerdo a los escoltas de Berlusconi cuando el atentado, que en lugar de mirar a la gente le miraban a él.
Saco de mi americana cuaderno y boli y en ese instante se abalanzan sobre mi media docena de tíos y a rastras y de malas maneras me empujan a un cuartucho contiguo. Estoy a la vista de toda la primera fila de prebostes socialistas pero parece ser que nadie repara en el “operativo de seguridad” contra un periodista, yo, al que todos conocen, desde Peralta hasta Alborch.
Nadie dice nada, miran a otro lado.
Cacheos, improperios y empujones, agarrones; saco mi carnet de la FAPE y levanto las manos en señal de rendición; conservo la calma pero los escoltas del ministro parece que no. Me manosean los bolsillos y llego a temer que, como en una ocasión en La Habana, me bajen los pantalones. ¡Y no llevo gayumbos!
Resoplan como púgiles y al ver el asunto comienzan a disculparse. “Verá es que le hemos visto sacar una libreta…”; pero el jefe del grupo parece mosqueado, ¿no le gusta mi jeta? y ordena a la media docena de tipos que me sigan metiendo mano en los bolsillos. Ese tipo llega a espetarme, “¿Ha bebido usted?” cosa que me deja atónito; estoy a punto de decirle “¿Y usted está hasta el culo de anfetas para estar tan histérico con un indefenso informador valenciano al que no conoce de nada?”; pero me callo.
Entre empujones y golpes en el cuartucho, cagado de miedo pero manteniendo la calma por fuera, pido la presencia del responsable de prensa de Alarte, al que conozco de sobra y llamé el día anterior.
Fernando asoma la cabeza al fín, que así se llama ese “colega”, pero en lugar de sacarme de allí se desentiende por completo y desparece, me deja en manos de los escoltas que me rodean como una banda de energúmenos que no tiene ni idea de a quién están cacheando. Su actitud es tal que llego a pensar que me van a poner una pipa en la cabeza. No exagero un pelo.
Desenlace:
Finalmente, el jefe de los guardias ordena que uno de los chicos me conduzca a la sala de prensa. Pero una vez allí, y de manera insólita, recibe la orden de expulsarme del recinto. Sin contemplaciones ni explicaciones.
Como guinda final, estando ya en la calle. Un grupo de policías de paisano me rodea y me pide el DNI; ordenan a un policía nacional que apunte mis datos. Luego no se quedan tranquilos hasta que no me ven alejarme.
Finale rabioso
Tiene gracia (cojones) la cosa, ¿no, muchachos?
En mi humilde opinión la España cañí que seguimos sufriendo está representada en los siguientes detalles del incidente:
-Me humillan, vejan y agravian cuando ya he “burlado” sus inútiles controles. Pues, minutos antes de la salida a escena del superministro, un reportero ha entrado en el salón y sin problemas se ha sentado bajo la tarima. Si el mentado periodista, más conocido en esta puta ciudad que la Piquer, hubiese sido el malo, no habrían tenido nada que hacer.
¿Cómo es posible que los escoltas madrileños de Rubalcaba se lancen en plancha contra un tipo por verle sacar un popular cuaderno de notas Henri y un boli?
¿Cómo es posible que el insolidario Fernando, hombre de Alarte, me deje en manos de unos tipos de Madrid que no me conocen de nada?
¿Cómo es posible que al comunicar mi problema al único dirigente del PSPV que encuentro en el bar, Blanco, antiguo concejal, vuelva a lo suyo, tomando café con Móstoles, y no me acompañe para poder hacer mi trabajo?
Tengo por costumbre desde que los periodistas comenzamos a poder currar en democracia, en acercarme a los estrados para observar de cerca los gestos de los políticos. No me gustan las salas de prensa. Mi especialidad es la descripción del ambiente y por eso se me paga. En el último mitin del PP, en la Fira de Mostres, estuve junto al Bigotes, tras el culo del jefe de la oposición. Tenía un amigo en el tinglado.
Me siento desolado, amigos, y he pedido a la FAPE que eleve una protesta. Ya veremos cómo reacciona el gremio.
Empiezo a pensar que soy un periodista non grato para estos social-demócratas que no admiten la crítica y que están actuando con el mismo totalitarismo que sus colegas tardofascistas del PP.
Lo más gracioso del asunto es que al alejarme de aquel desagradable marrón por la aún más desagradable avenida de Les Corts, vi a un escolta de Peralta, que me conoce porque ¡coincidí con él en la mesa del restaurante de la fiesta de la Turia en Canet este verano! Y tampoco movió un dedo.
No quiero ser paranoico, insisto, pero últimamente no paro de criticar las actuaciones lamentables del delegado. Desde su papel en la represión del Cabanyal hasta su tolerancia con los fascistas de España 2000 (le he llamado gobernador autista). ¿Será cosa personal? No lo creo. Es un incidente típico contra todo aquel que se salta las normas. Los chicos hacían su trabajo. Su papel es ser como los zombies de las pelis, arramblar sin mirar, como reses. Los responsables de esto son los políticos y la penosa logística de eventos de los partidos. Y sus jefes de prensa, algunos, que más que profesionales parecen sacristanes temerosos de perder el chollo.
¡Los periodistas debemos saltarnos las normas pues de lo contrario no veríamos lo que esconden bajo la alfombra!
La pregunta es, ¿es posible una policía inteligente y coordinada? ¿Son posibles los escoltas sin paranoia homicida? ¡Son esos tipos profesionales titulados; policías o son de empresas privadas tipo Blackwater en Irak? Creo sinceramente que no.
Hay que recordar que la misma administración del estado contrata en València importantes servicios de una empresa de seguridad de inequívoco corte fascista y xenófobo.
Que la Universidad de València lleva años sufriendo atentados terroristas de bajo perfil sin que se haya detenido a nadie.
Y la seguridad nacional, después de los atentados de Madrid no puede estar muy orgullosa que digamos.
Creo sinceramente, que son unos pringaos, y como en los tiempos de Amedo, la están cagando. Y a mí, que tengo 58 años, por casi me da un infarto por culpa de esos chapuceros.
València, 12 de diciembre de 2010
Abelardo Muñoz Blasc
(Miembro de la Unió de Periodistes del País Valencià: asociado número 387;Miembro de la FAPE, con número de registro 22.616)
Alucinante. Pero si todos conocemos a Abelardo y es el tipo más legal y abierto que hay… Lo imperdonable es que nadie de la gente del PPSOE (y escribo bien lo de PPSOE) tuviera el mínimo de dignidad necesaria para detener ese acoso contra el periodista. ¿Por qué ese comportamiento indecente y miserable de la Alborch, Alarte y su corte de pelotas y aduladores a sueldo contra un periodista que siempre ha sido próximo al PSOE? Realmente los dirigentes del PPSOE son igual de violentos y fascistas que sus amigos del PP. En sus palabras y actos demuestran su falta de respeto por la legalidad y por el derecho a vivir dignamente. Todavía recuerdo las brutales cargas policiales en el Cabañal y las cínicas respuestas de Peralta. ¿Cuál será la próxima putada que nos gaste la derecha fascista del PPSOE? Luego se extraña que nadie les vote y que la gente decente huya de ellos y su discurso fascista y antisocial.
No sé de qué nos extrañamos. Al fin y al cabo son consecuentes: son los mismos que hace unos días declararon el estado de alarma porque un colectivo no se sometía a sus anticonstitucionales imposiciones (ojo, para capitalistas fachas, el PSOE: consiguieron impresionar hasta al Eurogrupo…).
Y lo más triste de todo es que esto acaba de empezar…
Merece la pena pasarse por las Jornadas de la CGT (Fac. Ciencias Sociales, campus Tarongers, Valencia) «El capitalismo en crisis: menos derechos, más represión».
Coño Abelardo, bienvenido al club. Te recomiendo el ultimo libro de Günter Wallraff, el bueno de Wallraf y no olvides nuestra biblia «El periodista indeseable», un manuscrito que deja expuesto de modo claro y meridiano lo que es periodismo y lo que es publicidad y mamoneo. Y al que no le guste que se se vaya al pesebre.
Esta banda de burocratas, esta plutocracia organica, lleva tento tiempo pisando moqueta y coche oficial, viviendo con gentes de «su nivel», compartiendo barrios, hoteles y zonas vip que no ven fuera de su orbita, de su aparato.
Desde la distancia del pedestal de procer al que han trepado, no deben ven a los parados delante de sus sedes, ni a los saharauis ni a los vecinos del Cabañal fuera de periodo electoral.
Para eso esta la policia, las policias.
Cada dia la van a tener que utilizar mas. Y no parece que vayan a dudar. Tienen tanta tradicion de ser fuertes con los debiles como debiles con los fuertes.
Y lo estan demostrando en esta crisis sistemica del capitalismo.
Que no vean a Abelardo es un sintoma mas de lo que estan dispuestos a hacer para que los ciudadanos paguen hasta la ultima libra de carne que exijan los mercados.
Sobre las puertas de sus sedes deberian poner un gran cartel:
«TODO POR LA BANCA»
Es el estilo Peralta :represion dura en el cabanyal,impunidad para los polis que torturaron en los CIES,matar mensajeros..etc
Blasco,Peralta todas las miserias de los conversos…………