Somalia: No es la sequía, es el imperialismo
Somalia tiene una población de unos 10 millones de personas. El 98% es de la misma etnia y la misma religión (musulmana sunnita). Esto debería ser una buena base para constituir un país cohesionado, a diferencia de la mayoría de países africanos, donde se ha aprovechado la diversidad multiétnica y/o multirreligiosa para enfrentar a su población y saquear sus riquezas. No ha sido así: el factor que ha dividido es la existencia de 10 tribus y múltiples clanes y sub-clanes.
Los porqués del hambre
Vivimos en un mundo de abundancia. Hoy se produce comida para 12.000 millones de personas, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cuando en el planeta habitan 7.000. Comida, hay. Entonces, ¿por qué una de cada siete personas en el mundo pasa hambre?
La hambruna en áfrica, la «intervención de Cajas» y los «rescates», la lógica de los mercados
La crisis en Somalia, derivada de la peor sequía en sesenta años, ha llevado a Naciones Unidas (ONU) a declarar oficialmente el estado de hambruna. Pero esta crisis alimentaría que va a condenar a una muerte cruel a miles de personas, especialmente niñ@s, tiene un origen más allá de las cíclicas sequías (cada vez más intensas y frecuentes por culpa de la degradación medioambiental). Los mercados (esos entes controlados por miserables), tras la caída de los seguros y la vivienda, han derivado los flujos de capital hacia las inversiones consideradas como seguras (grano y otros alimentos) generando una situación en qué los especuladores controlan el mercado de alimentos, provocando escasez ficticia de algunos de ellos e incrementando el valor final de los productos. El aumento del precio de los alimentos impide que millones de personas en el mundo puedan acceder a ellos, aunque exista un stock capaz de alimentar a todas.