Acoso sobre el movimiento 15-M
En el transcurso del último mes el movimiento 15-M ha sido objeto de dos grandes operaciones de acoso articuladas en los circuitos de poder político, económico y mediático. La primera, ya concluida, tuvo como objeto transmitir una imagen del movimiento que hacía de éste una simpática fiesta de jóvenes enfadados que poco más pedían que unas cuantas palabras de comprensión del lado de nuestros magnánimos dirigentes. La dimensión de contestación frontal de un sistema infumable, que estaba claramente presente en los cimientos del movimiento, parecía no existir a los ojos de los portavoces del orden establecido. Si algunos de ellos han llegado a decirnos que esos jóvenes airados no hacían sino volver a poner sobre la mesa el programa que Rodríguez Zapatero había promovido, para después olvidarlo, en 2004 –cuánta estulticia concentrada en un solo argumento–, en los últimos días ha corrido por ahí una hilarante publicidad de la Fundación Alternativas –uno de sus patronos es ese trilero de la política llamado Felipe González– que nos recuerda que desde esa institución ya se habían propuesto alternativas objetivas a la indignación… Entre ellas, cabe suponer, la de reclamar que en adelante se prohíba que un ex presidente del Gobierno pueda cobrar sumas ingentes de dinero de inmorales empresas privadas del sector energético.