La Veranda de Rafa Rius
Como cada año, se juntan en la proximidad del calendario otoñal dos fechas de celebración quimérica: primero una “autonómica”, el 9 d’Octubre y luego otra transnacional, el 12 de octubre, “descubrimiento” de una América, ya descubierta por sus nativos desde tiempos inmemoriales y Día de la Raza en los antiguos almanaques.
Por lo que se refiere al 9, conmemora como es sabido, la entrada a la ciudad de València del rey Jaume I en 1238. El 9 de octubre de 1338 (primer centenario de la conquista de Valencia), el Consell de la ciudad, dispuso realizar una procesión de conmemoración para pedir a Sant Donís el fin de la hambruna que en aquellos años asolaba el Reino de Valencia. No se sabe que Sant Donís hiciera gran cosa por solucionar el problema, pero el día quedó marcado en el calendario y así hasta hoy. En cualquier caso, no sé muy bien qué hay que celebrar en el hecho de que el rey de Aragón en su expansión imperialista, arrebatara la taifa de Balansiya a los árabes, destruyendo una sociedad presidida por la tolerancia con judíos y cristianos y famosa en todo Al Ándalus por sus gratas y apacibles condiciones de vida.
Por cierto, Franco no prohibió la procesión del día 9, con la Reial Senyera al frente, desde el Ayuntamiento a la catedral (a dónde si no) quizás porque pensaba que el regionalismo bien entendido podía seguir ofrendando “nuevas glorias a España” como nos recuerda la letra del himno. La citada procesión, se autodenomina cívica y supuestamente laica aunque su destino final -insólito en un supuesto Ayuntamiento aconfesional- sea la catedral donde se reza un Te Deum para agradecer no se sabe bien qué.
Desde el principio de la Autonomía, la puesta en escena incluye todos los años, una coreografía de regionalistas exaltados, anticatalanistas y fascistas de variado pelaje que, aprovechando la convocatoria e incapaces de reunir por sí mismos más allá de un pequeño grupo, se dedican a agredir, escupir, insultar y vejar a los participantes en tan benemérito acto. Aquí, habría que descontar los años de gobierno del Partido Popular donde la justa ira de los descerebrados de turno, remitía en gran medida.
Más allá de permanecer vigilantes ante un contexto europeo de claro ascenso de todo tipo de grupos parafascistas, el asunto en sí no tiene mayor importancia para los que descreemos de los nacionalismos y las fronteras y pensamos que los problemas reales de las personas circulan por otros cauces muy alejados del Nou d’Octubre.
En cuanto al 12 de Octubre, conmemoración de la llegada de Colón a tierras caribeñas, podríamos decir tres cuartos de lo mismo. La excursión imperialista comercial del marino genovés bajo los auspicios de la monarquía castellana (1) no sabemos muy bien que celebra, quizás la desaparición en amplias áreas del Caribe de la totalidad de la población autóctona masacrada por epidemias importadas o tal vez la destrucción de todas las culturas autóctonas y el despojo de las inmensas riquezas de esos territorios que ni siquiera sirvió para evitar la decadencia de la monarquía española. En cualquier caso, nada de lo que aquellos que se consideran españoles, puedan sentirse orgullosos, más allá de los tópicos de la retórica patriotera.
(1) Por cierto, monarquía castellana, que no española; a pesar de la tan cacareada unidad de España de Isabel y Fernando, la conquista americana pertenecía sólo a Isabel: los nacidos en los territorios de la corona de Aragón –aragoneses, catalanes, valencianos y baleares, estaban excluidos del comercio y por tanto de los beneficios. En palabras de Isabel: “OTROSÍ, por quanto las Yslas e Tierra Firme del Mar Oçéano, e Yslas de Canaria, fueron descubiertas e conquistadas a costa destos mis reynos e con los naturales dellos, e por esto es rasón quel trato e prouecho dellas se aya e trate e negoçie destos mis reynos de Castilla e León, e en ellos e a ellos venga todo lo que de allá se traxiere.”
Un enemigo del Pueblo
Esa sociedad tan musulmana y tan igualitaria, estaba estructurada de arriba hacia abajo, los tributos de cristianos o de judíos eran sustanciosamente más gravosos que los que pagaban los musulmanes «pata negra». En cuanto a la práctica de la religión, estas dos confesiones tenían terminantemente prohibido hacer proselitismo de la mismas. Eran solo eso, toleradas, en cuanto en lo que respecta al judaísmo, los musulmanes no le iban a la zaga en la ejecución de progroms con respecto los cristianos del norte. Cierto que las élites judías por ser ilustradas tenían la potestad de ocupar cargos de responsabilidad en la administración de Estado Islámico, primero en el emirato cordobés, en el califato siguieron desempeñando su función de muleta en la administración califal, por último, en los reynos de taifas sus funciones fueron muchísimo menos representativas, debido al el choque cultural, a la hegemonía de la religión musulmana, poseedora ella de la verdad totalizadora de su único Dios, Hallàh, amén de sus aceifas de castigo en el norte de los territorios peninsulares, el castigo al infiel es un mandato divino que está muy bien explicado en el Corán.
Tengo por decencia intelectual que reseñar que cuando una ideología, o una religión, la que sea… cuando son débiles, su discurso es siempre el de la persuasión a través de prédicas que proclaman a los cuatro vientos la igualdad, la virtud, la justicia y una retahíla de unas cuantas cosas más, pero cuando consiguen ser hegemónicas sus prácticas cambian radicalmente. Por tanto amigo Rafa Rius, ni tirios ni troyanos, o en nuestros días ni troyanas llevan en sus esencias aires de emancipación alguna.
Acierto, suerte y al toro, que es una mona…
Emili Justicia
Ahh, se me olvidaba, la España musulmana o el Al- Ándalus nunca fue la tierra de las tres culturas, eso es una falsedad, máxime cuando estas estaban decididamente enfrentadas, bueno, la hebrea quedó empotrada entre las otras dos, recibiendo hostias por diestra y siniestra. La España medieval se podría definir como la España de las tres religiones, Con el cristianismo siendo hegemónico en el norte y siéndolo a su vez el Islam en el sur.
Hay que cuestionar la falsedad de que los musulmanes nos trasmitieron la cultura greco-latina, lo único que les interesó fue la filosofía de Aristóteles, cuyo pensamiento conviene a la religión coránica. Respecto a los presocráticos, Platón o los cínicos es nuestra herencia transmitida por el Imperio Bizantino, por cierto, destruido este por los Otomanos en el año de gracia del 1. 453.
Emili Justicia