Ràdio Klara 104.4FM València

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Opinió

Strawberry fields forever

La Veranda de Rafa Rius

Solidaridad con César Strawberry. Los eternos campos de fresas de la libertad de expresión parecen cada vez más un sueño de ácido lisérgico, una forma inalcanzable de la dicha. Todos los días contamos con múltiples ejemplos de lo difícil que resulta en un Estado autocalificado de democrático el poder hablar y escribir en libertad. Según para quién, claro, porque para algunos sectores, claramente escorados a la derecha más fascista o más devota y mojigata, existe bula y pueden insultar y difamar con total impunidad. El Poder Judicial, siempre al servicio, tanto del Ejecutivo que lo ha nombrado como de las propias contradicciones de unos jueces ultraconservadores salvo excepciones, no duda en medir con distinta vara las supuestas transgresiones al buen orden lingüístico políticamente correcto cuando se trata de vejar, insultar o calumniar desde un lado del espectro ideológico o desde el otro. No es lo mismo que lo digan unos titiriteros o que lo haga Esperanza Aguirre, Grande de España.

Arzobispo Cañizares dixit: «No es comparable lo que haya podido pasar en unos cuantos colegios de Irlanda con los millones de vidas destruidas por el aborto» o también: “En la noche oscura del ateísmo colectivo los ateos están vacíos y desorientados y tienen como ideas prevalentes, el dinero, el sexo, el goce narcisista y el goce del cuerpo». Feministas, gays, lesbianas, ateas, partidarias del aborto libre… han tenido que soportar las mayores aberraciones en boca de monseñor Cañizares, sin que hasta el momento haya tenido ninguna consecuencia penal. Como se ve Dios es Amor e impunidad y, para Cañizares, o para afirmaciones como las de Oscar López (PP de El Molar, Madrid) haciendo apología del asesinato: “Sinceramente creo que no hay cunetas suficientes” no hay ningún tipo de cortapisas a su sagrada libertad de expresión. En cambio, Para César Strawberry, del grupo Def con Dos, seis twits, muy políticamente incorrectos pero dentro de los parámetros de su libertad de expresión (¿Cuántos deberían seguir el vuelo de Carrero Blanco?) reconocida constitucionalmente, le han causado una larga racha de problemas legales que aún no han acabado. Si Ortega Lara dice que Zapatero seguía la hoja de ruta de ETA, no hay problema; si Strawberry opina que a Ortega Lara habría que secuestrarlo ahora, es motivo de juicio, y así hasta el hastío.

Unas determinadas palabras pueden parecernos falsas, nefastas, desafortunadas, improcedentes, detestables, abominables, absurdas, cuestionables, inaceptables, estúpidas, conmovedoras, inconcebibles, terribles, quiméricas… pero nunca perseguibles judicialmente.

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