La Veranda de Rafa Rius
Quiere el lugar común que uno de los primeros damnificados en situaciones de conflicto social sea el lenguaje. Será un tópico pero es cierto. Hasta ahora las palabras nuevas se incorporaban al idioma fundamentalmente por dos razones. Bien porque aparecía algo que no tenía nombre ya que no existía previamente en cuyo caso se solía echar mano del griego clásico (tele – fono) o bien porque se importaba directamente de otra lengua actual (foot – ball). En cualquier caso eran incorporaciones con un alto grado de asepsia lingüística: sus intenciones no iban mucho más allá de la necesidad de nombrar algo para lo que no existía un término previo. En la actualidad, en muchos casos, en la incorporación de nuevas palabras no suele darse puntada sin hilo. De un modo para nada inocente, los nuevos neologismos –valga el aparente pleonasmo- están cargados de intenciones más o menos ocultas que sería bueno intentar desentrañar antes de pasar a utilizarlos con candorosa ingenuidad.
Habría múltiples y variados ejemplos, pero por abreviar vamos a centrarnos en dos de los más notorios, dos sustantivos de moda que han entrado con fuerza en el hit parade de neologismos: el “precariado” y la “posverdad”. En otros tiempos, las nuevas palabras se incorporaban cuando no existían términos equivalentes pero en nuestros atribulados días, como veremos no es del todo así.
En el primer caso, el “precariado” pretende hacer referencia a todas aquellas personas en paro o que teniendo trabajos mal pagados, no alcanzan un nivel mínimo de subsistencia digna. El economista inglés Guy Standing lo ha analizado en profundidad (1) incluso pronosticando la aparición de una nueva clase social con ese nombre. La nueva clase social englobaría tanto el proletariado como las clases marginales al sistema –lo que en términos marxistas se conocía como “lumpen”. Hasta aquí todo claro, pero sin olvidar que la palabra en cuestión oculta un claro eufemismo. “Precariado” suena más suave y más políticamente correcto que “Explotados” que es lo que realmente son, teniendo en cuenta que su situación de precariedad no les ha llovido del cielo, sino que viene determinada por unas escandalosamente abusivas condiciones de explotación de su fuerza de trabajo o una marginación social absoluta cuando no resultan útiles al mercado.
Por lo que se refiere a la “posverdad”, también proviene del ámbito cultural anglosajón, en concreto de un libro del sociólogo norteamericano Ralph Keyes: (Post-truth), anglicismo entronizado por el Oxford Dictionary como neologismo del año. Parece querer denotar aquellas circunstancias en las que los hechos objetivos (sea ello lo que fuere) influyen menos en la formación de la opinión pública (y en el voto, claro) que el llamamiento a los condicionantes emocionales y a la fe. Aquí también asoma la patita el eufemismo. El prefijo “pos” significa como sabemos,“después de”. Pongamos por caso: “posparto”, después del parto. Así que, dejémonos de mixtificaciones; si “posverdad” es lo que hay más allá de la verdad, para eso, ya tenemos una palabra y ésta no es otra que: “mentira”. Lo que cuenta Donald Trump no son “posverdades”, son mentiras.
Al pan pan y al vino vino.
(1) Guy Standing: “El precariado, una nueva clase social” . Pasado y Presente, 2013. “Precariado: Una Carta de “Derechos” . Capitán Swing, 2014.
No estic del tot d’acord amb l’anàlisi. L’objectiu d’estos termes no em sembla que vaja encaminat a ocultar les relacions d’explotació o suavitzar falsedats.
El precariat emfatitza el caràcter inestable del treball. Això no vol dir que la violència estructural del sistema siga menor, sinó que es regeix en uns termes diferents als d’una societat industrial. La vida d’un precari es regeix per la incertesa, no sap si demà continuarà treballant o no. I per tant, l’ombra de la pobresa més dura o inclús del sensellarisme, es constitueix com una constant que gravita sobre les seues expectatives a curt termini. Per contra, el terme explotat reflexa millor el caràcter estable en el que es desenvolupa la violència de classe, i que com ja he dit es més propi d’un model industrial.
El terme postveritat, el que senyala es que el fet que les coses siguen certes o falses deixa de ser important. A mi em sembla que te a veure en un estat de desencant que fa que la gent d’alguna forma es deixe arrossegar i que acabe acceptant qüestions carents de credibilitat.
No estic del tot d’acord amb l’analisi de Blai Cantadelles. Si bé és cert que les noves paraules esmentades introdueixen determinats matisos en el concepte, també sospite una intenció d’encobrir o disfressar allò subjacent en la seua estructura més profunda. A hores d’ara, encara que de formes més subtils i sofisticades, l’explotació continua, cada vegada més salvatge. Dir-li precariat, tot i que afegeig i resalta el caràcter inestable del treball, també amaga el fet fonamental de les noves formes d’esclavitud. Pel que fa a la posveritat, si vol fer referència a la desafecció de molta gent als vells partits i la seua forma d’entendre la política, no més explora una part de la qüestió, oblidant que eixa desafecció està directament relacionada amb la desolada consciència de pertinença al precariat que dissortadament, no sembla que tinga res de precari en el temps. En qualsevol cas, molt agraït per la crítica.