Enric Tarrida. Secretario General Sector Mar y Puertos CGT.
Hace pocos días nuestros hijos han vuelto al colegio, algo que después del largo verano necesitaban y necesitábamos también sus padres, a pesar de lo buenas que hayan sido las vacaciones.
El primer día, algunos los acompañamos ambos progenitores en un esfuerzo de compartir el regreso a las aulas. Iban contentos, con la expectativa de que les deparara el nuevo curso, con ganas de encontrarse con sus compañeros de clase, explicarse las aventuras vividas. Solo algún aislado llanto de un nuevo alumno de infantil se esconde entre las risas y apretones.
Para nosotros es también una alegría reencontrarnos con los otros padres, reiniciar la rutina de las clases. En el patio coincidimos todas, alumnos padres, maestros de anteriores cursos de nuestros hijos y los nuevos, en ese pequeño y especial hábitat reina la alegría, los niños están contentos y no pocos reciben con entusiasmo los cariñosos abrazos de antiguos profesores cuya dedicación y entrega no está pagada.
Estamos contentos, nuestros hijos están en buenas manos, profesionales dedicados y buenas personas, que año tras año hacen más que lo posible, para que los hijos de todos aprendan y mejoren en todos sus aspectos. A ello colaboran muchos otros profesionales, monitores de autobuses y de comedor, los de la matinera, las actividades extraescolares, los cocineros, los ayudantes, los bedeles, etc., etc., etc. Entre todos hacen posible ese milagro.
Todos ellos trabajan bien y en muchos casos, más y mejor de lo exigible.
Del mismo modo en el camino de ida y de vuelta al cole, nos encontramos a los obreros, que se afanan en terminar las obras de la acera y del pavimento, los jardineros cuidando los parques, el servicio de limpieza en sus labores, los municipales facilitando el acceso a la escuela, los bares sirviendo desayunos y cafés, los transportes públicos llevando a las personas donde lo requieran, todo funciona, cómo funcionan los hospitales, los mercados, los comercios, los buques, aviones, y mucho más….., todos hacemos nuestro trabajo para que esto rule, muchas veces igual que los maestros de mis hijos con más dedicación que la que se merece lo que nos paga, y sin duda quienes gobiernan.
Ninguno de todas estas personas que he nombrado, muchas de ellas verdaderos heroínas de nuestra sociedad van a recibir una palmada, una felicitación por el trabajo bien hecho, ni mucho menos un sobresueldo en negro. Al contrario, el día menos pensado van a ser víctimas de un ERE para aumentar beneficios en las empresas donde han ayudado a enriquecer a otros, o de los recortes impuestos en lo público para poder cubrir el desfalco que hemos sufrido.
Ellas ni esperan premio ni lo van a tener, más allá de la satisfacción por el trabajo bien hecho, al contrario de tantas y tantos que vemos estos días como se han llenado los bolsillos de manera indecente, y han propiciado que muchos otros también lo hagan. Sobres en blanco resultado del reparto de las mordidas a cambio de adjudicaciones, comisiones grotescas para repartirse el botín y que iban a cuenta de engordar las facturas, tarjetas oscuras para usos indecentes, obras faraónicas que solo han servido para enriquecerse unos y otros, proyectos y fasto con el mismo objetivo, cuentas en paraísos fiscales para defraudar a hacienda y de paso a todos, etc., etc.
Los primeros son necesarios, ¡no sobran!, ¡faltan! De los segundos mejor no hablar. De ellos pocos pagaran por lo robado, pero si lo pagaremos entre todas.
Ellos se van de rositas y a nosotros nos declaran culpables de los delitos no cometidos, pagamos con nuestro dinero y nuestros derechos lo que hicieron algunos (y no pocos) de nuestros mandatarios políticos y empresarios (porque no olvidemos que no hay corrupto sin corruptores).
Los nuevos gobiernos supuestamente de progreso y de cambio, tienen una ardua tarea que no pueden dejar de hacer. Podrán luego ganar o perder las elecciones, pero ahora deben apoyarse en la sociedad civil para limpiar la corrupción institucional y social que campa a sus anchas. O demuestran que hay otra forma posible de funcionar o se condenan a dejar evidencia de que todos son lo mismo, o parecido.
No puede haber ninguna tolerancia con los corruptos, se debe terminar con el amiguismo, el enchufismo, el favoritismo, venga de donde venga. Deben apostar de verdad por un cambio real de los valores sociales, donde justicia, igualdad, solidaridad no sean motivo de escarnio, consiguiendo de una vez que no valga la pena ser un espabilado, un listo, y en donde el trabajo honrado y el compromiso con nuestros semejantes no este penalizado.
Por el contrario, si seguimos por la senda actual, contemporizando con el mangoneo, vamos a conseguir que finalmente quienes sostenemos esto de verdad, los que vamos a currar día si y el otro también para que todo funcione, perdamos la poca ilusión que nos queda por hacer bien las cosas, y eso no nos lo podemos permitir, porque va en ello nuestro futuro.
Desgraciadamente muchos de los mismos y mismas que compartieron, o miraron para otro lado ante el expolio de las arcas comunes, siguen cómodamente en sus asientos, siguen gestionando nuestros menguados servicios público y/o la administración que teóricamente cambio de color.
Es cierto que esto no lo va ni lo puede hacer un gobierno en solitario, necesita sin duda el aliento firme de la calle, de la población perjudicada, de ese + de 90% que da mucho y recibe poco, pero también deben demostrar sin ambigüedades que trabajan para ellas.
Lo contrario es historia repetida, volverán a ganar los de siempre o se reconvertirán ellos en un remedo de lo que ya conocemos. Es su responsabilidad y su decisión, más que nunca hay que demostrar que lo importante no es ganar, si a cambio se renuncia a los objetivos reales que les ha impulsado a llegar al poder. Y si no se puede más vale decirlo claro, coger la maleta y puerta, como mínimo que no nos traten de tontos.
Y por nuestra parte, tenemos también que quitarnos la venda que nos han puesto en los ojos, esto si funciona es gracias a nosotras, la gente anónima, discreta, trabajadora, nosotras somos las VIP, ellos los vividores.