La Veranda de Rafa Rius
En Catalunya -como en el resto de eso que llaman España- el sainete no cesa, el esperpento continúa imparable. Como frente a un espejo deformante, podemos observar a presuntos anticapitalistas que en el último momento, en nombre de una legendaria identidad nacional, se apean de sus hipotéticos fundamentos irrenunciables y aúpan a la presidencia a Convergència, un partido que ha logrado que, en la que se supone locomotora del Estado, el paro se sitúe en el 20% con más de 660. 000 desempleados (EPA), más del 29’5% de sus habitantes se encuentre por debajo del umbral de la pobreza (datos de la Diputación de Barcelona) y las mayores precariedades castiguen especialmente a los migrantes, a los mayores y los niños. Sin olvidar el hecho de que ha lanzado en repetidas ocasiones a sus mossos de esquadra a perseguir y encarcelar a todos aquellos luchadores sociales que han osado oponerse a sus políticas (¿Habría entre los mossos o los perseguidos algún miembro de las CUP?)
En un contexto social tal que así, pasando por encima de curiosos empates asamblearios y decisiones contrarias “definitivas” de su Consell Polític, los portavoces parlamentarios de las CUP en funciones ejecutivas, se han entregado atados de pies y manos a los designios de Junts pel Sí. Tanto es así que le han cedido graciosamente dos diputados para que hagan con ellos lo que quieran (según palabras de Mas) y el resto se ha comprometido a no votar nunca con los no independentistas (no queda del todo claro si sólo en cuestiones nacionales o también en las de política social)
¿El problema para las CUP era tan sólo cobrar la cabeza del ex Molt Honorable Artur Mas para echarla a la papelera de la Historia o más bien las políticas antisociales del Gobierno de Convergència? Porque, a lo peor caen en la ingenuidad de creer que con el actual President las cosas van a dejar de ser Mas de lo mismo, sobre todo teniendo en cuenta que del famoso Plan de Choque de las CUP que exigía 2000 millones de euros para hacer frente a las precariedades más urgentes, nunca más se supo.
Dando por sentado que la ignorancia de lo ocurrido tras las bambalinas y las peculiaridades de las múltiples presiones recibidas, así como las condiciones en las que se ha cocinado el pacto, impiden hacer un análisis con mayor profundidad de lo ocurrido, lo que parece evidente tras la conclusión -provisional- de esta ópera bufa, es que las principales perjudicadas a corto plazo van a ser unas CUP que, tras esta muestra palpable de marginación de su política social, de incoherencia y titubeos múltiples, van a soportar graves problemas internos y a perder la confianza de buena parte de aquellas personas que habían admirado su rigor y las habían apoyado.
Teniendo en cuenta que, la única opción lógica y razonable a estas alturas y siempre, sería la de un referéndum de autodeterminación donde la gente expresara su opinión en uno u otro sentido y pudiéramos pasar página de una maldita vez, y eso parece muy lejano porque, de un lado los partidarios de la España Eterna encabezados por PP, PSOE y Ciudadanos y de otro los colegas de Junts pel Sí que, con un ojo puesto en Escocia y otro en sus últimas autonómicas, lo susurran con la boca pequeña, porque no tienen nada clara su victoria, un referéndum que, lamentablemente, no se vislumbra como posibilidad verosímil, habrá que resignarse a que el cansino esperpento continúe.
Por cierto: República Catalana, sí, pero ¿De qué República estamos hablando? Porque Mr. Donald Trump también es republicano y políticamente, Convergència no le anda muy lejos.