El Vaivén de Rafael Cid
La asamblea celebrada en Madrid el pasado 19 de febrero para construir mesas de convergencia ciudadanas no ha pasado inadvertida. Buen comienzo. Al fin ya al cabo se trata de un intento sincero de articular por la base una resistencia al neoliberalismo. Es algo encomiable. Y además ha contado con la adhesión de un importante número de asistentes y el apoyo de personalidades de la izquierda social. Bienvenida sea.
Pero eso ni impide criticarla en los aspectos reduccionistas, que los tiene, limitaciones que pueden extrañarla de una verdadera movilización ciudadana contra el sistema dominante y sus agentes sociales.
En primer lugar habría que señalar una cierta falta de sensibilidad, que entre algunos sectores damnificados puede entenderse incluso como ofensiva, al realizarse en la sede de comisiones obreras, el sindicato sin cuya participación no hubiera podido firmarse el “pensionazo”. Y la central sindical, también, que se desentendió, junto con UGT, de la reducción salarial a los funcionarios, permitiendo de soslayo un cierto linchamiento social como privilegiados con la torpe excusa paraxenófoba del empleo asegurado. El hábito si hace al monje y a la mujer del César. Ética y política cabalgan juntas
Pero es que además la constitución de esas mesas de convergencia se plantea como un proyecto de abajo-arriba y eso in nuce se compadece a trompicones con utilizar como generoso anfitrión a un sindicato que ha optado por la rampante verticalidad en sus relaciones con un gobierno que, junto con la patronal de los empresarios, dirige la agresión neoliberal que los convocantes llaman a impugnar sin paliativos.
En fin, no es cuestión de formas ni de ser más papista que el Papa. Pero lo que bien comienza, bien acaba, y piano, piano, se va lontano. Tiene su aquel Carlos Taibo cuando advierte que en el acto no hubo ninguna referencia al problema ecológico (Mesas de convergencia: por qué no he firmado) y otros que se escandalizan del protagonismo del que antiguo fiscal general del felipismo con el GAL, Eligio Hernández. Y por qué no, de la supina ignorancia que demostraron los conductores de la asamblea ante la convocatoria para el 12 de marzo de la primera gran manifestación “Contra el pacto social. Movilización y mucha”, a iniciativa de numerosas organizaciones sindicales, sociales y políticas, entre ellas CGT e IA, denunciada por el editor de Viento Sur Miguel Romero (Una primera composición de lugar).
Si lo que se contempla es sólo refundar una socialdemocracia sostenible, como certificó el historiador Tony Judit en su testamento político, algo va mal. Rectificar es de sabios y de necios hacerlo a diario, que dijo FG, el que fuera jefe de Eligio, el fino jurista que hizo unas declaraciones agradeciendo “su sacrificio por la democracia en España” al general Rodríguez Galindo, condenado a 71 años de cárcel por doble asesinato.