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Angelita la dama del caniche blanco

13-rosasPara Ràdio Klara Lliure i Llibertària

Por Abelardo Muñoz

In memoriam

Acabo de enterarme por facebook que ha muerto Doña Angelita, a los 91 años. Eramos amigos y camaradas. La última ocasión que hablamos nos prometimos hacer la famosa entrevista sobre la única luchadora republicana de las trece rosas que se salvó del fusilamiento.

Rondaba el año 2005 y yo vivía en la calle Quart, justo en la misma manzana de Guillem de Castro. Cada mañana la observaba caminando bien pita por la calle acompañada de su inseparable caniche blanco. El perro llevaba la misma permanente que ella. No la conocía de nada pero me llamaba mucho la atención.

Finalmente hablamos. Angelita era una mujer delgada, elegante y frágil; de mirada vivaz e intensa, de conversación fluida y culta; su melena nívea de impecable permanente, hinchada sobre la cabeza como algodón de azúcar.

Y era comunista, como el que esto escribe. No podía ser de otra manera pues Angelita Cuesta era de esa clase de damas que conservan la lucidez mental y la elegancia femenina hasta que se mueren. Como toda luchadora por la verdad, mantuvo el tipo hasta el final. He tenido el privilegio de conocer a más de una heroína social como ella. Alejandra Soler, otra comunista nonagenaria sigue viviendo sola junto a las fotos de su difunto compañero, hijo del periodista Azzatti y de Carlos Marx.

Viejas comunistas, ¿viejas? A esa veteranía ya marchita y frágil no la llamaría yo así. Angelita era la imagen viviente de la dignidad y la fidelidad a uno mismo y sus ideas. La pareja casi estrambótica que hacían su caniche y su espigada figura daba un aire mundano y cosmopolita a las torres de Quart, moles terrosas de defensa que ella podía ver desde su balcón.

Lo bueno del caso es que, a primera vista, esa señora podría parecer una más de las miles de marujas drogadas por las mentiras de la televisión vespertina o esclavas de la lavadora, el super y el viejo marido patrón. Doña Angelita no era nada de eso. Era una mujer de vanguardia; una persona sin edad, humanista, positiva, que jamás tuvo miedo a la muerte. Por lo que tengo la certeza de que se habrá ido en paz. Ahora ya no la veré más bajo las torres de Quart. Ahora, queridos amigos, llevo su espíritu dentro de mi corazón, como un talismán de futuro. Descansa en paz, querida camarada Angelita.

València 6 de enero de 2011

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