El presidente del Gobierno dice que ha tenido que subir tributos «porque no quedaba otra alternativa». No menciona en ningún momento el alza del IVA. Advierte de que las reformas «continuarán cada viernes», pese a las protestas
JUANMA ROMERO. Publico.es – Madrid
A todos los efectos, pareciera que el Gobierno no hubiera anunciado el pasado viernes una subida del IVA y de los impuestos especiales para 2013. Ni ayer lo mencionó la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y Cristóbal Montoro se limitó a decir que lo que habría sería una «ponderación de los impuestos». Hoy, el presidente Mariano Rajoy, ante la parroquia de militantes del PP de Madrid, tampoco ha dicho una sola palabra sobre el alza de los tributos indirectos. Simplemente ha reconocido que el Ejecutivo ha aumentado la carga fiscal de los contribuyentes, pese a que no lo advertía el programa del PP, porque «no quedaba alternativa».
«Hemos tenido que subir algunos impuestos, y no figuraba en el programa electoral, y yo ya lo sé. Hemos subido el impuesto de la renta por dos años. Intentaremos no tener que volver a hacer estas cosas en el futuro, pero es que no quedaba otra alternativa. Y hemos intentado ser justos y equitativos, que la carga recayera en los que están en mejor situación. Y hemos tomado decisiones que afectan a gente con pocos recursos económicos, [son] las menos. Y a gente con muchos recursos, las más. Y todo eso y todas las reformas lo hacemos para favorecer el crecimiento económico y el empleo y que como consecuencia la Administración tenga más recursos para mantener servicios públicos», ha subrayado en la clausura del 15º Congreso del PP de Madrid. No ha habido forma de que Rajoy se explayara: a la salida del cónclave, el presidente no se ha detenido ante la nube de periodistas que le esperaban.
Pero toda esa panoplia de reformas, también ha reiterado, «no producen efectos en el corto plazo» y «llevará su tiempo» notar sus repercusiones. Pero ya el propio Ejecutivo las ha cuantificado, y serán malas, a juzgar por las negrísimas previsiones presentadas el viernes tras el Consejo de Ministros. El jefe del Ejecutivo apenas se ha atrevido a prometer, lacónicamente, que España «saldrá adelante seguro» y que 2013 «será bastante mejor» que este año.
De las manifestaciones de hoy en toda España contra los recortes, ni una sola palabra de boca de Rajoy. Sólo ha lanzado una advertencia: «Vamos a seguir gobernando y haremos todo lo necesario para salir de aquí. Si hacemos todo lo necesario, saldremos, y si no, no. Y por eso cada viernes continuarán las reformas. Y el viernes que viene, también, porque eso es sentar las bases del futuro». Es decir, que el Gobierno seguirá ajeno a las protestas y al ruido de fuera de los muros de la Moncloa.
En suma, que no se moverá de su agenda por mucho que lluevan las críticas y el descontento social, hacia lo que se mostró un punto comprensivo. «Entiendo, cómo no lo voy a entender, a muchas de las personas de las personas que se ven afectadas por las decisiones que estamos adoptando. Soy consciente de lo que estamos haciendo. Del mismo modo, también digo que el problema es la crisis, el paro, la recesión, el desorden en las finanzas públicas. Y frente a eso sólo cabe una cosa: hacer reformas. Y ahí está la salida de la crisis, la prosperidad y el interés de España y de los españoles, que a estas alturas de mi vida es el único principio inspirador de mi acción de Gobierno. El único», ha agregado entre aplausos.
El PSOE debería «callarse»
Todas sus críticas las ha focalizado el presidente del Gobierno en el PSOE. Le ha cargado el muerto de la «herencia» recibida y del agujero del déficit, un 8,51% en 2011 frente a la previsión del 6% comprometida con Bruselas. Ese desfase, ha censurado, «además de un problema de reputación y credibilidad, supone que en 2012 tengamos que reducir el déficit en 18.000 millones de euros. La responsabilidad la tienen los que la tienen. Y encima no les parece bien. Lo menos que podían hacer era callarse».
Esperanza Aguirre, reelegida ayer por tercera vez como presidenta de los conservadores madrileños con un respaldo casi total, ha cumplido con su empeño de ir siempre un paso por delante de su líder, de ser el absoluto paladín del neoliberalismo y de la derecha «sin complejos». Con razón ha dicho, con fina ironía y en un velado pellizco a su jefe de filas: «A mí se me entiende todo lo que digo, y se me va a seguir entendiendo». Aguirre sí se ha referido a las manifestaciones, hiperbolizando los casos aislados y contados de disturbios: «¿Cómo vamos a generar confianza si nuestra imagen al mundo es una imagen a la griega, de contenedores quemados y algaradas callejeras?». De fomentar esa desconfianza en el país ha culpado la presidenta a la «oposición irresponsable y vergonzosa del PSOE» y a la de «otros partidos y sindicatos de izquierda»: «Ahora cuando empiezas a tomar medidas –decía a Rajoy, sentado frente a ella como invitado de honor en el plenario–, las medidas que hay que tomar, se lanzan a la calle. Es impresentable querer ganar en la algarada y bronca callejera lo que han perdido en las urnas. Pero nosotros vamos a plantar cara a esa desvergüenza».