Utopía contagiosa
Fuente: ABC
El ejército es un lastre moral y, por lo que ahora se ve, también económico y social.
Si anteriormente fue Estados Unidos el que se puso a pensar en reducir en 400.000 millones de dolares su gasto militar anual, ahora es el ejército alemán el que sufre el recorte. Alemania no puede soportar este parasitismo social de un ejército que no vale para nada socialmente útil pero que cuesta un disparate y pretende un recorte drástico.
De momento, cierra 31 bases militares y redue el personal de otros 90 acuartelamientos. En algunos distritos la reducción implica pasar de 10 a 5 soldados por cada mil habitantes, cifra que aun se nos antoja bastante exagerada y desproporcionada si la comparamos con el número de científicos, o de miembros de ONG o de cualquer otra categoría de personas que hacen algo por los demás, por cada mil habitantes, por ejemplo.
Alemania partía de un ejército de 250.000 hombres, que se ha reducido a 200.000 a partir de la supresión del servicio militar obligatorio y que debe pasar en los próximos años a no superar, según las leyes alemanas, las 180.000 personas, incluyendo mandos y tropa.
Se nos ocurren varios comentarios:
1) La comparación odiosa
Si comparamos este ejército con el español, pongamos por caso, salimos perdiendo, pues nuestro ejército tiene muchos más militares por cada mil habitantes que el alemán, que al parecer no está dispuesto a pagar parasitismos sociales ni siquiera con sus ejércitos.
Los alemanes, sorprendentemente, no piensan dejar tirados a los soldaditos que se quiten del medio, sino que ha montado oficinas de recolocación que tienen la labor específica de reciclar a estos tipos a empleos útiles y encontrarles un medio de vida digno.
Buena idea que tal ve tranquilice a los miles de soldados de aquí cuando nos oyen hablar de quitar esta lacra militar. No se trata de hacer lo que la lógica militarista pide, despreciar a la gente y usarla como un peón táctico y manipulable, sino de quitar poder al militarismo, reducir los ejércitos hasta su supresión, pero reciclando y recuperando a le gente para que haga trabajos úliles para la sociedad.
2.- El ejército es un lastre social y ético
Podríamos decir muchas cosas sobre el papel de los ejércitos y de la ideología militarista en la cosntrucción de una lógica de dominación y violencia y en la consolidación de un imaginario de enemigos y de competencia, dos elementos funcionales al mantenimiento de nuestro orden socioeconómico injsuto.
Pero no vamos a abundar en esto ahora.
Lo curioso es que, como una contradicción más, el ejército se está volviendo problemático para el sostenimiento del propio tinglado y ahora los Estados, que tanto gastaron primero en forzar a los pueblos a creerse la nación en armas y luego a dotarse de un sistema de defensa militarizado, peligroso y devorador de recursos, comienzan a ver que el gasto militar que provocan es inviable y lleva a la quiebra todo su aparataje.
Será curioso ver que el ejército reduzca su potencial peligroso precisamente porque no puede mantenerse el ritmo ilimitado de su crecimiento y de su obsolescencia. No es una razón ética, pero es una razón más.
A ello se une, en época de crisis, que el ejécito y sus funciones se desenmascaran y desvelan como profundamente insolidarias y contrarias a los intereses de la gente. Cuando los recursos se hacen más limitados, se debe elegir en qué gastar y en qué no y se comprueba con más claridad que gastar en ejércitos es menos importante que gastar en cohesión social, en derechos y bienes para las personas, etc.
Se desvela el ver cómo lo que se gasta en esta inutilidad se deja de invertir en desarrollo.
Y para muchos se desvela que lo que hace el ejército, amén de su carestía, es inmoral, pues es un instrumento al servicio de la imposición, de la violencia, de la guerra y del atropello de los pueblos.
3.- Reconvertir el ejército y cambiar nuestra defensa
Los alemanes van a prescindir de miles de soldados y van a reducir su ejército.
Han pensado bien: no se trata de mandar a la calle a las personas, sino de reciclarlas a trabajos dignos y productivos socialmente. No de perderlas, sino de recuperarlas.
Y esto nos pone en la idea de que es posible no sólo reducir el ejército, o incluso suprimirlo, sino hacerlo en una dinámica de mejora social y de recuperación para fines socialmente útiles de los que un día se metieron en esa institución.
La misma lógica se puede utilizar para el cúmulo de intereses que se mueven en torno al ejército. Es posible no sólo desmantelar la industrias asociadas al militarismo, la ciencia asociada al militarismo, la tecnología, etc., sino que se puede revertir hacia el desarrollo mediante planes de conversión y reconversión.
Con ello entramos de lleno en algunas de las herramientas del transarme, cambio gradual de la defensa militar por la seguridad humana mediante el desmantelamiento paulatino de la primera y la construcción en paralelo de una alternativa: reconversión y reorientación.
Y todo ello nos pone en el horizonte de otra idea más: es que también es posible no sólo reformar el ejército, sino cambiar nuestra idea de defensa y transformar la defensa militar hacia una defensa social y humana desmilitarizada y noviolenta.
Seguiremos proponiendo apuntes para este cambio.