El Vaivén de Rafael Cid
Parecía casi imposible que a estas alturas de la legislatura, con las Cortes disueltas y los candidatos vendimiando el voto del 20-N, el gobierno socialista nos deparara más sorpresas desagradables. Pero estábamos equivocados. No habíamos calibrado bien su capacidad de engaño y de doblez. En contra de lo pensado, Zapatero y su talante guardaban aún un as de bastos en la manga para amargarnos la existencia, llevando su desfachatez hasta el paroxismo.
¿Qué diferencia hay entre el PSOE de Zapatero y el PP de Aznar? Con la presunción de credibilidad que da la experiencia realmente vivida, podemos afirmar que la única gran discordancia es que el PSOE y Zapatero en el sprint han superado por la derecha al PP y al propio Aznar. Una política de seguridad sometida al ordeno y mando de Bush y una política económica enfeudada a la doctrina neoliberal de “los halcones del gasto”, fueron las señas de identidad de la era Aznar. Ahora ambas marcas las acaba de mejorar Zapatero, con el agravante añadido de que el dirigente socialista fue aupado a La Moncloa por verbalizar enfáticamente su rechazo a la una y a la otra.
En estos momentos ya sabemos que salir de la guerra de Irak tenía un precio. Que la promesa que Zapatero fió con Estados Unidos para desembarazarse del Trío de las Azores no sólo consistió en mancharnos las manos de sangre en Afganistán y Libia. Sino que, sobre todo, el pago en especies fue garantizar al Pentágono una mayor integración en la estructura militar de la OTAN, convirtiendo a España en baluarte del escudo antimisiles desplegado por Norteamérica en la misma boca del mediterráneo. Posiblemente para asegurar a costa de nuestra integridad la supervivencia de las dictaduras árabes amigas llamadas estratégicamente a sofocar el contagio de las revueltas populares de Túnez y Egipto.
Engaño y doblez son características históricas del sedicente Partido Socialista Obrero Español refundado, aunque para ello haya contado con la ayuda interesada de las cúpulas del sindicalismo oficial pretendidamente representativo, de los medios de comunicación pretendidamente progresistas y de una buen parte de significados dirigentes políticos pretendidamente rojos, sobre todo provenientes del PCE añada de Santiago Carrillo, que con su pragmatismo vital ayudaron a mantener la ficción de la existencia de una izquierda en el poder. Burdo argumento, cuando todos ellos, juntos y revueltos, nacen a la política real tras aceptar la monarquía del 18 de Julio y al heredero de Franco como Jefe de Estado del nuevo régimen.
Engaño y doblez, dos atributos sin los que difícilmente el PSOE, con sus propios méritos, hubiera podido llegar nunca al gobierno o recuperarlo cuando la había perdido en las urnas. Su entrada triunfal en 1982 la hizo a rebufo del 23-F y del consiguiente miedo al fascismo redivivo que el oscuro golpe, a cuyo conjuro garabatearon algunas biografías socialistas de nueva planta, produjo en buena parte de la población despolitizada. Y algo parecido sucedió en el año 2004, tras el brutal atentado terrorista del 11-M que desnudó de toda legitimidad democrática al reaccionario y cutre aznarismo en el poder.
Engaño y doblez concienzudamente programados a lo largo de todos estos años en los que, desde el gobierno o la oposición, el PSOE ha ostentado vicariamente la representación de la única izquierda posible. Desde aquel referéndum-trampa hecho al grito de “OTAN, de entrada NO”, que luego llevaría a la secretaria general de la Alianza Atlántica a uno de sus clarividentes mentores, Javier Solana, hoy muñidor del candidato Rubalcaba (¿qué premio de consolación aguardará a ZP?). Hasta ese solemne elenco de promesas contenido en su último programa electoral, con ofertas que iban desde el pleno empleo hasta la moratoria nuclear pasando por el relanzamiento del Estado de Bienestar, que se ha concretado en la más soez, ruin, reaccionaria, antisocial y grave involución sistémica sufrida por la sociedad española desde la transición.
Por eso, al ver que el lobo pretende volver a ponerse la piel de cordero y apadrinar una movilización popular exculpatoria – incluso fagocitar flecos de la marca 15-M- con la excusa de que puede ganar la derecha, conviene recordar a qué demencial ruleta rusa nos convocan de nuevo esos cantos de sirena. Afortunadamente hoy, tantas veces fue el cántaro a la fuente, la funesta seducción lo tiene más difícil que nunca. Quien quiera engañarse que se engañe, pero no nos suicidemos como pueblo. No existe derecha ni izquierda en el sistema. Ni tampoco un PP y un PSOE distintos y distantes, enfrentados y adversarios. En el escenario de la farsa iniciada en 1978, sólo figuran en nómina defensores del statu quo troquelados con las habilidades cainitas propias de su misión.
Si eso lo tenemos claro, hemos resuelto una parte del problema. Ahora falta pasar de la indignación a conformar una masa crítica capaz de promover la ruptura democrática y sentar las bases para un proceso realmente constituyente. Siempre hemos sabido que los de abajo éramos más. Ahora también sabemos que además podemos ser mejores.
es pot dir mes alt pero no mes clar, moltes gracies per la gran labor que fas Rafael en particular i radio klara en general.Salud i republica